Alguien me dijo hace poco, algo que parece muy obvio pero que al mismo tiempo es necesario repetir constantemente para mantener los pies sobre la tierra, “Te va bien, bien,bien, hasta que te empieza a ir mal, mal, mal”.
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La luna de miel es el punto máximo de la consolidación en los amores, es esa etapa de duraznos y crema en la cual no existen errores, falencias o defectos. Pero pese a que siempre se acaba, a veces de manera abrupta llegan los golpes de realidad que terminan convirtiendo el éxtasis en agonía.
Muchos consideran que la verdadera Champions League inicia después de la fase de grupos, yo no soy uno de ellos. Es en fase de grupos donde hemos visto finales infartantes, clasificaciones impensadas y aparición de equipos al más alto nivel como el Atalanta y el Leipzig para citar ejemplos recientes.
Eso si, nadie se imagino que un equipo desconocido que lleva la autoridad en su nombre como el Sheriff de Moldavia, fuera el encargado de despertar de un agradable sueño al Real Madrid y en el mismísimo Santiago Bernabéu.
Todo venia bien y se hablaba de la sapiencia y sabiduría de Carletto Ancelotti en su segunda etapa con el Real Madrid, de la magia de Vinicius que ahora había aprendido a definir y de la nueva etapa del Merengue.
Ahora, después de que el Espanyol ratificó lo hecho por el Sheriff y dejó claro que este es un Real Madrid mediocre y que hay mucho que trabajar, le echan la culpa incluso al hijo de Carletto, quien siendo uno de sus asistentes sería una mala influencia para su padre.
Las victorias que todo lo acallan y las derrotas que generan caos, principalmente en un equipo que está obligado a ganar juegue donde juegue y en cualquier torneo que se presente.
Todo es precipitado y las conclusiones son demencialmente radicales pero eso si, un desconocido equipo al que le hubiera bastado con la foto y uno que otro autógrafo en su visita al Bernabéu, acabó arruinando la luna de miel merengue.