Las formas importan en el fútbol y en la vida, pero queda claro que al menos en el fútbol y el deporte en general, el fin justifica los medios.
El Real Madrid levantó la 14. Si, 14 títulos de Europa para un equipo que nos muestra la camiseta año tras año ratificando su grandeza. La temporada en el regreso de Ancelotti terminó siendo de ensueño, con título de Liga y Champions.
En equipos como el Madrid muchos esperan que se gane, se guste y se consigan muchos goles, en resumen que se brinde espectáculo. Claro que jugar bien y ganar brindando un concierto para las retinas sería lo ideal.
Sin embargo, en las grandes finales prima el resultado, sobre todo para un equipo que sabe que los títulos son lo único que se acepta como temporada exitosa. El Liverpool salió a proponer en la final de París, mientras el Madrid vio como su arquero Courtois fue figura. Los Merengues aprovecharon un contragolpe, con remate/centro de Valverde, que empujó Vinicius para ganar el partido.
Hubo críticas y algunos se quejaron de un Real Madrid que no mereció ganar. El fútbol es de goles y también se vale ajustar estrategias, de acuerdo al rival, para cumplir con el objetivo y el mejor espectáculo que le puede dar un equipo a su afición: triunfar.
Real Madrid no firmó a Mbappé, pero levantó La Orejona
El equipo que preside Florentino Pérez se supo sacudir de la decepción de no haber podido firmar a Mbappé, y lo hizo levantando el título máximo del fútbol de clubes en todo el planeta. Todo quedó atrás y se pasó de la desilusión a la gloria en una noche parisina, coronando así otra temporada inolvidable.
El Real Madrid jugó su partido, siguió su plan de juego, interpretó el libreto y, sin grandes lujos pero con la disciplina y actitud que lo caracterizan, volvió a celebrar en la Cibeles. Ese sí que es un espectáculo.