Se nos fue demasiado antes de tiempo el ‘Coloso de Buenaventura’, Freddy Rincón. La noticia de su partida nos hizo recordar aún más y repasar los mejores momentos que nos regaló en las canchas. Pese a que solo estuvo con nosotros 55 años, su legado vivirá para siempre.
Sí, los grandes nunca mueren, es el caso de este excepcional jugador quien, con base en esfuerzo y dedicación, llegó a lo más alto del fútbol mundial, desde su debut en Santa Fe, de la mano de Jorge Luis Pinto, hasta el final de su carrera, en la que disfrutamos sus goles con la selección de Colombia, siendo el más destacado el del empate contra Alemania, en Italia 90, incluyendo su paso por Europa y su título mundial con Corinthians de Brasil.
Rincón, de acuerdo a quienes lo dirigieron y lo tuvieron muy cerca, era dueño de una disciplina sin igual, y un pique endemoniado y sorpresivo al espacio libre que tantos triunfos le dio. Quienes lo conocieron dicen que sus cualidades físicas eran el resultado de una preparación del más alto nivel, una que ejercía con el más alto compromiso con la finalidad de competir contra cualquiera.
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Los que lo tuvieron como alumno presumen de haberlo dirigido y exaltan la manera de cómo levantaba el nivel en sus equipos, tanto en lo individual como en el liderazgo en pro del colectivo, además se decían orgullosos de haber sido superados con creces por su alumno, tal y como lo expresó el extécnico de la selección colombiana, Pacho Maturana, durante sus honras fúnebres.
El Freddy Rincón de la Tierra fue todo un ídolo y su fútbol marcó a toda una generación, quizás la mejor camada de jugadores en la historia del balompié cafetalero.
Empieza a vivir en la eternidad el Rincón del cielo, al que me imagino compartiendo con Andrés Escobar y con tantos otros que se fueron, hablando de fútbol entre pasión y carcajadas, disfrutando de la eternidad acompañado siempre de un balón.
Así me imagino a Freddy en la eternidad, así lo visualizo, pero principalmente, así lo creo.