Cuando se hablan de los mejores quarterbacks en la historia de la NFL no puede faltar el nombre de Brett Favre.
El busto de bronce de Favre en el Salón de la Fama de la NFL en Canton, Ohio, es prueba de su larga y ilustre carrera de 20 años, 16 de ellas con los Green Bay Packers.
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Fue con los Packers que el mariscal de campo vivió sus mejores momentos, incluyendo tres premios consecutivos de Jugador Más Valioso (1995-97) y un trofeo de Super Bowl en 1997. Y cuando se retiró en el 2010, se despidió con varios récords, incluyendo el de 508 pases de touchdown y 71,838 yardas aéreas.
“Desde niño, siempre soñé en jugar football profesional. Quería ser como Roger Staubach o Archie Manning. Era mi sueño”, recordó Favre cuando ingresó al Nicho de los Inmortales en su primer año de elegibilidad en el 2016.
Sin embargo, Favre también tuvo que lidiar con una adicción a los opiáceos y la bebida durante parte de su carrera. Luego de sufrir múltiples lesiones y someterse a varias cirugías, se volvió dependiente de los analgésicos. Todo comenzó en el 1991 a raíz de una separación del hombro.
“Como la mayoría de la gente joven a la que le sucede, antes de que te des cuenta, estás atrapado. Y, por supuesto, pensé que lo tenía controlado”, dijo Favre durante el programa “America This Week” donde habló sobre su oscuros momentos. “Me estaba engañando a mí mismo, supongo que porque estaba jugando bien. Gané tres premios de MVP, ¿cómo podría tener un problema?”.
Anteriormente, en una entrevista con la revista Sports Illustrated, Fave dijo que llegó a tomar hasta 14-15 píldoras del opiáceo Vicodin de una sola vez, durante la temporada de 1995 con los Packers.
“Es realmente increíble, cuando lo recuerdo, lo bien que jugué ese año”, dijo Favre. “Fue un año en que gané el Jugador Más Valioso. Pero en aquel año, cuando me despertaba en la mañana, mi primer pensamiento era ‘debo obtener más píldoras’”.
En 1996 fue que llegó el momento para detenerse y reflexionar. Sufrió una convulsión en el hospital donde estaba internado para someterse a operación y afirmó que fue el “llamado” para finalmente buscar ayuda profesional por su abuso de drogas y el alcohol. No tuvo que detener su carrera en el football, pero sí tuvo que tomar cartas en el asunto fuera de temporada para su bien y el de su familia.
Se internó en dos ocasiones en centros de rehabilitación y también pasó otro tiempo en otra clínica para tratar el alcoholismo en 1998.
“Cuando bebía, lo hacía en exceso”, explicó Favre. “Así que, cuando fui por segunda vez a ese lugar en Kansas, recuerdo claramente que peleé con ellos. Me decían que el alcohol era la droga mediante la que yo me escapaba. Y ellos tenían la razón, absolutamente, pero yo no lo admitía”.
“Jamás olvidaré a una de las enfermeras. Yo peleaba todo el tiempo con esta enfermera. No admitía mi problema con la bebida. Al final, ella me dijo ‘volverás’. Volví, en 1998. Y adivinen quién estaba ahí cuando entré. La misma enfermera”, agregó a la revista.
Ya para finales del 1998, Favre finalmente logró superar sus batallas. Desde entonces, dice que no ha consumido una gota de alcohol ni pastillas para el dolor, y además, pudo continuar su carrera cuando sus días con los Packers terminaron al unirse a los New York Jets.
Una mala racha en la recta final de la campaña 2008 evitó que los Jets alcanzaran la postemporada y Favre rescindió su contrato para anunciar su retiro de los emparrillados, pero en 2009 anunció su retorno con los Minnesota Vikings, a quienes llevó a playoffs como campeones de División aunque cayeron en el partido por el título de Conferencia. Luego de una campaña más con los Vikings, anunció su retiro definitivo.