Han pasado 21 años de la fatídica madrugada en que una tragedia provocada por el alcohol cortó la carrera futbolística de una joven promesa surgida de la cantera atlista.
- Muhammed Ali triunfó después de su exilio forzado del boxeo
CC Sabathia, el lanzador que venció a sus demonios fuera del diamante
Bethany Hamilton sobrevivió el ataque de un tiburón para triunfar como surfista
Sugar Ray Leonard regresó a la cima del boxeo luego de un retiro forzoso
Alex Zanardi: El Ave Fénix del automovilismo que ha inspirado al mundo
Magic Johnson, de leyenda de la NBA a leyenda del activismo por VIH
El resurgimiento de Josh Hamilton ante el ‘tormento’ de las adicciones
Brett Favre sobrevivió y triunfó ante la adversida
Originario de San José Iturbide, Guanajuato, César Andrade Hernández formó parte de una generación de futbolistas que derrochaba talento en cada presentación de los “Rojinegros”, pues además el equipo era dirigido por el célebre argentino Ricardo Antonio La Volpe.
Compañero de futbolistas como Juan Pablo “Chato” Rodríguez, Miguel Zepeda, Daniel Osorno y Mario Méndez Olague, en 1999 jugando como mediocampista Andrade había sido nombrado novato de la temporada en la Primera División del Fútbol Mexicano, pero además había logrado disputar la Final del Torneo de Verano donde el Atlas fue derrotado por el Toluca en serie de penaltis.
Sin embargo, el destino le tenía preparado una dura lección.
La madrugada del miércoles 10 de noviembre de 1999, al salir de un bar en Guadalajara, César Andrade Hernández y Javier Amador Palacios —ambos integrantes del conjunto atlista— sufrieron un aparatoso accidente automovilístico.
Andrade, quien fungía como conductor, estrelló el vehículo en que viajaban contra la barra de contención del Periférico en Zapopan, Jalisco, de tal suerte que su pierna derecha prácticamente quedó destrozada, mientras que Amador se fracturó el fémur.
De acuerdo con el peritaje de las autoridades, el incidente fue ocasionado por el exceso de velocidad y el alcohol que ambos jugadores habían consumido.
Por desgracia, César Andrade sufrió la amputación de la pierna derecha coartando así cualquier posibilidad de brillar en el balompié. De ahí en adelante, el entonces joven guanajuatense tuvo que someterse a una dura rehabilitación, primero para volver a caminar y luego para encontrarle un nuevo destino a su existencia.
“Cuando te equivocas en la vida es complicado afrontar las consecuencias, perdí y dejé de hacer algo que le daba un gran sentido a mi vida, traté de ocultar lo que me había pasado y no logré nada, también quise borrarlo de mi mente y no lo logré, por lo cual me di a la tarea de buscar una solución al problema y hacerme responsable de lo sucedido y tratar de adaptarme a mi nueva vida”, reconoció años después el propio ex futbolista en entrevistas concedidas a varios medios de comunicación.
Lo cierto es que César Andrade tuvo el valor para salir adelante, primero al reconocer que pagó por el costo de sus propias acciones, y luego al redireccionar su vida.
“La culpa fue mía; no fue ni fama ni el glamur, simplemente fue un rato. ¿Por qué no la asimilé bien? No sé, eso fue algo que simplemente sucedió. El error lo cometí porque combiné el alcohol con un volante, con la velocidad, con cualquier sentimiento que hubiera de por medio, y pasó el accidente.
Fue mi culpa, fue un error que he pagado con creces y ha sido bien pagado. Yo creo que también el destino juega su parte, a lo mejor yo reté al destino”, reiteró en su momento.
Conforme trascurrieron los años, César Andrade se dedicó a estudiar hasta graduarse en Administración de Empresas y también como director técnico de fútbol, pero quizá lo más importante es que su duro aprendizaje en la vida le permitió convertirse en conferencista e impartir charlas motivacionales donde invita a jóvenes y adultos a alejarse del alcohol, así como de las adicciones.
El ex jugador del Atlas es además autor del libro “El partido más difícil de mi vida”, una emotiva autobiografía donde expone su peregrinar por la vida luego de su accidente.
Fue hasta hace unos años cuando César Andrade se reencontró con Javier Amador, quien por cierto tampoco pudo volver a jugar al fútbol debió a las secuelas de la tragedia. La reunión fue emotiva, ya que ambos seres humanos se estrecharon la mano en señal de perdón y con la firme intención de seguir adelante.