Leyendas vivientes del mundo del fútbol y el deporte en general, son aquellos que marcaron una época, protagonizaron hazañas y dejaron huellas imborrables en sus equipos.
La condición de leyenda y lo histórico que pueda ser un jugador, se limita a eso, a lo que hizo como jugador y el eterno agradecimiento de la afición se mantendrá para siempre.
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Cuando Leyendas pasan a ser técnicos y terminan sentados en el banquillo del equipo de sus amores, no es que las cosas cambien, es que la evaluación se hace de manera diferente y más allá de la euforia por la llegada de un referente y del periodo de la nueva luna de miel donde todo es crema y duraznos, se le pedirá que rinda cuentas como técnico y de acuerdo al desempeño en cancha, con presión potenciada si se trata de un equipo grande.
Es por eso que al escuchar premoniciones basadas en el nombre de un histórico de casa que toma el banquillo, no me queda otra que tomarlo con una frialdad casi quirúrgica.
Xavi Hernández, quien no necesita carta de presentación y menos para el barcelonismo, llega después de dirigir con éxito en la emergente liga Qatari y para reemplazar a otra leyenda, Ronald Koeman, quien pese a ser el histórico del gol que dio la primera Champions, salió por la puerta de atrás sin importar que no contaba con nómina como para pelear por nada.
Así, hemos visto a grandes ídolos volver en su etapa de técnicos al equipo de sus amores solo para salir por la puerta del servicio y abucheados como si la memoria no existiera.
El aficionado si sabe de ídolos, de leyendas, de historia, pero prioriza (como debe ser) los resultados del equipo sobre cualquier nombre. A Xavi, la misión que aceptó le será difícil y en momento de muchas carencias en el Barca, pero se le exigirá como técnico y tendrá que empezar a dar frutos más temprano que tarde.
La leyenda queda en el retrovisor y quizás pasen a saludarla de vez en cuando, pero los Culés, le piden resultados como técnico.