Como cada cuatro años por esta época, crece la intensidad y se aumenta la expectativa en las eliminatorias camino al Mundial de fútbol. En este caso con Qatar como sede y fechas atípicas, estamos viviendo la que debe ser la última gran eliminatoria antes de la comparsa de 48 equipos en el 2026.
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Precisamente, el año previo al mundial nos dio enfrentamientos inolvidables entre los dos archirivales de la Concacaf. Vimos como el equipo que dirige Greg Berhalter, le ganó a Mexico tres veces de manera consecutiva. Dos victorias en finales y para cerrar el año en Cincinnati por eliminatorias camino a la copa del mundo.
En la vida como en los álbumes de fotos, se nos queda en la cabeza la última imagen. Más allá de que las finales por la Copa de Naciones y la Copa Oro significaron levantar trofeos, fue el 2-0 de Cincinnati el trago que rebosó la copa y dejó viendo barras y Estrellas al equipo del “Tata” Martino.
El Gigante de la Concacaf, al menos este año fue Estados Unidos y ese segundo tiempo en el que superó a Mexico en todos los sectores del campo, no hace más que ratificar la rivalidad y que a nivel selecciones las cosas cambiaron hace mucho tiempo.
Después del fracaso de la anterior eliminatoria en la que Estados Unidos se quedó sin mundial, ésta es la ratificación de que el cambio de timón ha significado el rumbo correcto, eso sí, siempre y cuando se obtenga el boleto a Qatar.
Con una gran generación de jugadores y con el compromiso de dejar atrás un capítulo amargo, Estados Unidos se quitó la resaca a punta de triunfos contra Mexico y revivió la rivalidad que tanto nos gusta en este lado del mundo.
Si, hoy Mexico quedó en la lona y viendo barras y estrellas, pero consciente de que el gran beneficiado con todo esto es el fútbol. Que siga la rivalidad, que cada vez sea más intensa, más pareja y más vibrante.