Acostumbrado a que las noticias que rompen un día de mañana nuestro corazón de pibe de potrero y soñador de estadio, llegan generalmente para contarnos que uno de los ídolos populares del bendito fútbol casi se mató la noche anterior por exceso de velocidad en su Ferrari, o cayó una madrugada de excesos, cuando moría la noche del alcohol y las drogas, la realidad nos volvió a golpear fuerte.
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A Tomás Felipe “Trinche” Carlovich “el tango que jugó al futbol” lo mataron para robarle la bicicleta. No era un ídolo mundial sino de su pueblo y su muerte fue tan cobarde, como el mundo mediático ignorante de fútbol que nunca antes habló de su historia.
Hoy lo triste es que los sabelotodo “de pantalón largo y micrófono”, que nunca conocieron a Carlovich y lo que es peor, jamás tiraron un centro afuera mientras silba el estadio, nos quieren contar que grande fue el Trinche y lo que sintió.
Pero aquellos que tuvimos sueños hermanos a los suyos, pero con mucho menos calidad, que nos sentimos entre sus iguales por haber pisado la cancha, claro con mucho menos talento y valentía, respetando los códigos de vestidor que odian los “civiles”, vamos a las fuentes, a buscar alguien tan humilde como él y que un día le devolvió una pared.
Jorge Acosta, un compañero de las primeras pisadas de Carlovich nos cuenta como fue.
Acosta nos honró con su visita a los Meros Meros de la Raza en Unanimo, llenó la mesa de potrero y tiró la primera y nos contó como ascendió a la primera división de Rosario Central, y como encontraron temprano en la sede para salir todos juntos al partido, sus compañeros estaban en punto encima del bus, pero Carlovich nunca llegó.
Jorge nos esplicó que una vez de paso a Chile para jugar un amistoso se encontró a Carlovich en la plaza mendocina de Maipú y le preguntó qué hacía por ahí, “Acabo de firmar contrato con Independiente Rivadavia para jugar en la B, me pagaron con un auto y me dieron una casa para vivir, además de un buen sueldo y arregle” confesó el Trinche.
Acosta se volvió a Mendoza y tres semanas más tarde, en un campeonato desafío dominguero, donde se prendían mucho jugadores profesionales mientras esperaba turno vestido de corto, vio a Carlovich jugando en el partido de primera hora. Lo encaró y le dijo, ¿Trinche, no habías arreglando bien en Mendoza, que haces acá?, mientras se arrimaban al auto que había servido de parte del pago y le contesto, “está todo bien, vuelvo el lunes”, por supuesto le ganó el amor por su pueblo y “su futbol” y nunca volvió.
Jorge Acosta recordó el amistoso que jugó la selección argentina contra un combinado de Rosario en el que estaba Carlovich. El combinado de Rosario bailó a la selección y el Trinche fue el hombre de la noche.
También nos confió que el zurdo de melena, al que todos llamaban el Trinche, patentó una jugada única, la del doble caño, “te la pisaba y te la metía entre las “gambas” y cuando vos pensabas que te hacia el túnel y querías cerrar, la pisaba de nuevo y la traía para atrás sin despegarla de la suela del botín.
Pueden llover mil anécdotas más, pero Cesar Luis Menotti lo definió como nadie, “le gustaba más jugar al fútbol que ser jugador de fútbol”.
En una nota para la televisión argentina, el Trinche, zurdo mezcla de Redondo y Riquelme, confesó “no me arrepiento de nada, pero me encantaría poder, aunque más no sea por diez minutos, volverme disfrazar y meterme a la cancha a jugar con sesenta mil personas y volver a sentir la ovación”.
“Amen”
Chau Trinche, gracias Jorge
Abrazo de gol hasta el cielo
Leo Vega