Medina Cantalejo, sevillano, que obraba de cuarto árbitro, fue quien le avisó a Elizondo, árbitro central de la final del Mundial de Alemania 2006, que Zidane le había asestado un terrible cabezazo en el pecho a Materazzi, y esa era solo la mitad verdad.
- Se cumplen 46 años de LaLiga de Johan Cruyff
- Edén Hazard, “el otro pinturicchio”
- Cristiano, “El heredero de la Saeta Rubia”
ESCUCHA los mejores shows de deportes en UNANIMO Deportes Radio. DALE CLICK AQUÍ
Los jueces de línea ante la consulta del argentino, contaron la “verdadera verdad”, no hemos visto nada, solamente al italiano caído, pero la otra mitad Medina no se la podía decir a Elizondo, había observado todo y con lujo de detalles en la repetición de la gigante pantalla que estaba detrás del arco azzurro en el histórico Estadio Olímpico de Berlín.
Simple y sencillamente omitió ese pequeño detalle, porque no era reglamentario apoyarse en el video para determinar algo que había pasado en vivo, sin saberlo esa expulsión fue la primera vez, que, de forma clandestina, empleó el uso del VAR.
Dicen los que no entienden ni un pito de italiano, que el defensor le insulto la madre al genio francés, en el idioma de Dante sorella significa hermana, y fue ahí por donde pasó la provocación que hizo explotar de ira al jugador más importante en la historia gala.
Seguramente, su temperamento estaba inconscientemente programado para reaccionar, su cuerpo estaba educado para actuar ante la agresión verbal, mecanismo nacido en los epítetos discriminatorios recibidos en su amada Marsella, que debía de niño soportar solo por ser hijo del África blanca.
Salió de escena en un partido donde era el principal actor y con su paso hacia el túnel a centímetros de la Copa del Mundo, bien pudieron bajar el telón, pero todavía quedaba el último y dramático acto de la definición desde el punto del penal, donde la bota italiana, vistió elegantemente por cuarta vez, al pie azzurro que volvía a caminar hacia gloria.
Abrazo de gol
Leo Vega