En nuestra primera efemérides de este año el personaje en cuestión no es una leyenda que llega del pasado de los tiempos, este diminuto atleta, avanza amenazando traspasar la barrera de los tiempos y transformarse en una “leyenda del futuro”.
Nacido un 7 de enero en La Louviere, ciudad con profunda influencia francesa en la región de Valona, Valon es increíblemente, una lengua románica del mismo origen que el francés y le da el nombre a la región.
Y del Valon al balón había sólo un paso para este hombre, que, a pesar de haber nacido en Bélgica, comenzó y desarrollo gran parte de su carrera en Francia, donde arranca en el Lille. Cinco años de éxitos lo llevaron al Chelsea, donde volvió a triunfar, llamado la atención de su actual club, para acabar vestido desde hace poco, totalmente de blanco portando el “manto sagrado” del Real Madrid.
Ah, usted quiere saber de quién se trata, le digo que se ha convertido con la selección de su país, Bélgica, en el conductor futbolístico desde la raya izquierda, desequilibrando con su dribling endiablado, ayudado por tener un punto de equilibrio más cerca del césped que aumenta su cadencia y su imprevisibilidad a la hora de marcar, o por carriles internos con la capa de matador del área, que tantos momentos felices le ha dado a los adeptos a la selección que es eterna promesa de dar la sorpresa en un mundial.
Esta especie de nuevo pinturicchio, con todo el respeto por Alessandro del Piero, pero con justicia para él, acaba de llegar al Real Madrid, con la “pequeña” responsabilidad de ser el “segundo Cristiano Ronaldo”, pero tal vez algunos distraídos no se percatan que estamos ante la presencia del “primer Edén Hazard”.
Dicho esto, y retirado el velo que cubría la escultura de este crack, confesamos que el entusiasmo nos invadió ante los primeros rumores de su llegada a la Casa Blanca del fútbol, principalmente después de haber tenido el privilegio en nuestra cobertura mundialista de Rusia 2018, de haberlo visto en acción a muy pocos metros de la cancha, quedamos convencidos de que su magia podía contagiar al Real Madrid.
Jamás olvidaré la imagen de este diminuto gigante siendo determinante, de galera y de bastón, para ayudar a su selección a eliminar e cuartos de final nada más ni nada menos que a Brasil, para después caer hidalgamente en semifinales ante el campeón Francia.
Las lesiones y la deficiente condición física con la que llega al Real Madrid, le impidieron mostrar su mejor cara futbolística a la hora de presentarse en sociedad, la zona noble del Bernabéu no se lo perdona y hasta nosotros, que tanto lo admiramos, dudamos profundamente de si era un caso más de tantos a los que le pesaba demasiado la camiseta más preñada de glorias del planeta.
Zidane, siempre Zidane, le tuvo paciencia, lo supo esperar, lo supo ubicar y lo que es más importante, rodearlo con los socios ideales para que pudiera ser primer violín. El insolente adolecente de apellido Valverde, enseguida mediante un casi permanente dialogo visual, lo encuentra asiduamente en el campo, la fineza de Tony Kross, la sutileza de un nueve con pies de terciopelo como Benzema, completan lo que amenaza con ser un sociedad, que nada tiene de anónima, pero mucho de futbolística, dejando al belga, hijo de madre y padre ex jugadores de fútbol, en la primera fila del escenario cargando sobre su hombro al italiano instrumento, utilizando su botín, como el imaginario arco que acaricia las cuerdas, para ser la figura del futuro de la orquesta merengue en el corazón del teatro más exigente del mundo.
Sin duda “el nuevo pinturicchio”, será inolvidable y se meterá en la historia grande del más grande, gracias a su magia y a alguna foto, abrazado con Zidane, celebrando nuevamente el arribo a la gloria.
Abrazo de gol