El legado de Muhammed Ali tiene un lugar especial en el mundo del boxeo y en la sociedad al ser uno de los estandartes más idolatrados por su espíritu tanto dentro como fuera de los cuadriláteros, lo cual lo llevó a tener el privilegio de encender el enigmático pebetero de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
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A 25 años de este memorable suceso en el que se celebraba el primer centenario de la justa olímpica, el viernes 19 de julio de 1996 acaparó las emociones guardadas de todos los presentes y televidentes que admiraban con gran alegría el espectáculo de la inauguración en terreno norteamericano.
Jeff Hullinger, de 11Alive, relató las confesiones que le hizo el entonces embajador de los Estados Unidos, Andrew Young, ante el mayor desafío de esconder a Ali de los ojos del pueblo.
“Fue un desafío en muchos niveles. Intentar disfrazar y esconder al hombre más famoso del mundo fue una tarea compleja”, reconoció.
“Ali estaba inquieto mientras estaba sentado en la habitación del hotel y quería salir a cortarse el pelo y comer en el oeste de Atlanta”, añadió.
Con un sin fin de fuegos artificiales, bailarines, intérpretes y la dominante voz de Celine Dion, los más de 10,000 atletas de 197 países diferentes no estaban preparados para el impacto que estaba por desbordarse de sus corazones en cuestión de segundos.
Sorpresivamente, la leyenda del pugilismo con un recorrido de tres campeonatos del mundo y una medalla olímpica, pero con la grandeza de su sabiduría y liderazgo, se encaminó con la antorcha llena de esperanza e ilusiones de gloria para iluminar, en medio de su pelea más grande contra el síndrome de Parkinson, los 100 años del evento deportivo más aclamado de la historia.
#ThisDayInGAHistory in 1996 opening ceremonies were held for the Centennial Olympic Games in Atlanta. @MuhammadAli lit the Olympic flame.
pic.twitter.com/jJoZC6vvJU— Today In GA History (@2DayInGAHistory) July 19, 2021
Las banderas ondeando y un público vuelto loco, invadió de aplausos a Ali en agradecimiento por su fortaleza de portar este nombramiento, que a pesar de la dificultad, se terminó convirtiendo en una de las noches más memorables del deporte, mientras este se mantuvo como el mayor secreto del mundo.