Nacido un 30 de octubre de 1960 en la humildad de Villa Fiorito, debutó en la primera de Argentinos Jr. a los 15 años de edad y desde ese momento mostró que era muy diferente, sus actuaciones lo llevaron a Boca Jr. donde fue protagonista y campeón.
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En un equipo de hombres de gran experiencia, dirigido por el inmortal Silvio Marzollini, fue un prodigioso niño, que apenas había alcanzado la mayoría de edad, quien condujo con su magia, al equipo de la Rivera a la gloria que le había sido esquiva por tantos años.
Con pinceladas que admiró hasta el mismo Quinquela Martin, aquel pintor que día a día dibujaba el Riachuelo con amaneceres y caídas de sol irrepetibles, se ganó el corazón incondicional de “la doce” y la admiración reverente del mismo artista.
Dueño de una zurda con inteligencia propia, pronto fue tentado por las grandes luminarias del fútbol del viejo continente, pasó efímeramente por el Barcelona, donde llegó de la mano de Menotti y en su mejor momento en club catalán, una grave lesión causada por una cobarde agresión de Goicochea, lo margino rápidamente.
Después de recuperado recaló en el Napoli, llevando a los celestes de la ciudad protegida por San Genaro, a la hazaña de conquistar el Scudetto arrastrado por sus genialidades, goles memorables donde hasta los palos aplaudían y un espíritu ganador incansable, hasta alcanzar el mote de “DIOS”.
Espero sean capaces de perdonar el sacrilegio, llevaron a que el humilde sur italiano gracias al “10”, por primera vez, se daba el lujo de mirar con arrogancia a ese norte que siempre ordena, como inmortalizo Mario Benedetti.
Le peleó en una sola pierna primero a la pobreza, después a los grandes nombres de la época y a los invencibles fantasmas de los héroes del pasado y a casi todos les ganó, con esa limitante, llenó de jugadas irrepetibles los campos del mundo, logrando jugar dos finales mundialistas, alcanzando lo más alto del Olimpo futbolístico en México 86, teatro mayor donde anotó el famoso gol de la mano de Dios ante Inglaterra y un rato después el del pie de Dios.
Dio la gran ventaja de no manejar a la perfección su pierna derecha ni ser un eximio cabeceador, pero cargaba con toda la habilidad que nunca nadie desarrollo en una pierna izquierda, algo que para muchos alcanzó para jurar que era el sucesor de Pelé.
Hoy el fútbol del potrero cumple años
“Felicidades y gracias Diego”
Abrazo de gol, Leo Vega