Este artículo se publicó originalmente en marzo de 2022 para conmemorar la lucha de mujeres deportistas que con su entrega y sacrificio, siguen abriendo el camino para futuras atletas que las siguen. Durante este Mes de la Mujer, volvemos a resaltar estos hechos, y más allá de marzo, Unanimo Deportes seguirá siendo plataforma para que estas mujeres extraordinarias brillen todo el año.
El deporte se ha convertido en uno de los fenómenos socioculturales más importantes de la historia, pero también un foco de atención en el que, con el paso de los años, las desigualdades para el desempeño de las atletas femeniles predominan sin cesar, particularmente, en los salarios disparejos.
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En la antigüedad, desde los Juegos Olímpicos griegos, la práctica deportiva era exclusiva de los hombres libres que hablaran griego. La mujer no tenía el derecho ni la posibilidad de realizar deporte. Para ellas estaban destinadas labores domésticas y la educación de los hijos. Con la modernidad se desplomaron los estereotipos y las mujeres comenzaron a incursionar en la escena deportiva mundial.
Sin embargo, lo que no se ha conseguido aún es un pago igualitario con los hombres. La mayoría de las deportistas profesionales reciben salarios inferiores que los de sus símiles masculinos, es decir, “les pagan menos por ser mujeres”. Se han realizado esfuerzos para procurar la igualdad de bolsas y salarios entre hombres y mujeres, no solo en el deporte, sino en todo los ámbitos de la sociedad, ejemplo de ello es el Convenio C100 de la Organización Mundial del Trabajo de 1951 o el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966. Aunque se han conseguido valiosos avances, la brecha es aún inmensa.
El esfuerzo de las mismas mujeres por ser remuneradas equitativamente es una lucha constante, pues las disputas por el trato y la paga igualitaria no florecieron de la noche a la mañana, sino que siguen siendo décadas de reclamos y debates por ganarse un lugar y el respeto de sus congéneres.
Billie Jean King y “la Batalla de los Sexos”
Una de las grandes precursoras de esta lucha, sin duda alguna, es Billie Jean King, quien dejó su huella tanto dentro como fuera de la cancha, pues nadie puede olvidar la legendaria “Batalla de los Sexos”, donde la extenista dio cátedra de que el sexo no es una limitante en el mundo del deporte.
La voz de King marcó un antes y un después dentro del tenis y el deporte en todos sus rubros. Luego de haber sido excluida de la Federación Estadounidense de Tenis, se unió junto a otras nueve tenistas para consagrar la Asociación Femenina de Tenis, mejor conocida como WTA en 1973, año en el que de igual manera se ganó el respeto de todo el mundo, incluso del sector “machista” que enfatizaba su “superioridad”. Aquel año se enfrentó a Bobby Riggs, raqueta número uno del mundo en los años 1941, 1946 y 1947, en lo que es considerado uno de los momentos más icónicos del deporte.
Esto, apenas sería el comienzo del activismo de la ganadora de 12 Grand Slams, quien no dudó ni un solo instante para encarar las ideologías arraigadas en las que las mujeres “nodebían cobrar lo mismo que los hombres” ante el viejo argumento de que el foco de atención de los torneos estaba dedicado a ellos porque físicamente eran superiores.
Billie Jean empeñó todos sus esfuerzos para que el presente del mundo del tenis fuera una realidad y gracias a ello, y a sus constantes amenazas de boicotear el Abierto Estados Unidos, este Grand Slam tiene un premio igualitario para las competidoras de la WTA y los tenistas de la gira varonil de la ATP.
Serena y Venus Williams continuaron el legado
Si bien es cierto que la labor de Billie Jean King fue un punto de inflexión demasiado importante, las acciones para mantener los recursos equitativos no pararon por ninguna circunstancia. Aquellas ideas que la ex-número uno del mundo batió prevalecieron.
El tenis femenil siguió persistiendo hasta las últimas instancias de la mano de dos hermanas que desafiaron, una vez más, al sistema patriarcal y se levantaron como ejemplo de una generación de jóvenes tenistas de la WTA que continúan en boga por un trato igualitario: Serena y Venus Williams.
Las hermanas Williams, dos de las más grandes exponentes del tenis femenil, han dado su vida por acortar la brecha económica entre los hombres y las mujeres en los torneos profesionales, pues a pesar de que ambos compitieron bajo las mismas condiciones, la repartición de las bolsas siempre favorecía a los varones.
Venus Williams, por ejemplo, tuvo que ganar cuatro campeonatos de Wimbledon para finalmente obtener las mismas ganancias que los atletas masculinos, cuando en su primera corona, en el año 2000, se llevó 696 mil 858 dólares, mientras que el campeón varonil, Pete Sampras por ganar el mismo torneo el mismo año obtuvo 717 mil 721 dólares solo por ser hombre.
A su vez, Serena, quien le dijo adiós al tenis en 2022, se ha convertido en una de las atletas que ha evidenciado las desigualdades en el deporte por sus constantes llamados de advertencia, los cuales siguen incomodando a muchos, pues la estadounidense de 40 años siempre se mantiene fiel a su emblema en el que “el día que pare de luchar por la igualdad y por la gente, será el día que esté en mi tumba”.
Y es que la pronunciación de la hermana menor no es poca cosa, pues actualmente es la segunda tenista más ganadora de Grand Slams en toda la historia del tenis con 23, solo uno por debajo de Margaret Court y uno más que Steffi Graff, quienes están por encima de nombres como Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic.
Este es el reflejo de toda su dedicación en el deporte y del cuestionamiento del por qué no se valora económicamente su trayectoria; ante ello, Serena pronunció que “no merezco menos porque tengo pechos y ellos no”.
Ana María Torres y Mariana Juárez levantan los puños
Lamentablemente, el mundo del boxeo tampoco está muy alejado de esta realidad sin igualdad en las recompensas por su entrega arriba del cuadrilátero. Pugilistas como Ana María Torres y Mariana ‘Barby’ Juárez no se quedaron de brazos cruzados.
Ambas mexicanas iniciaron sus carreras en 1999 como pioneras en el boxeo profesional, en donde a lo largo de sus trayectorias padecieron estas complicaciones por más que sus registros y la consecución de campeonatos mundiales estaban a su favor; sin embargo, sus actuaciones en el ring les permitieron romper quebrantar los discursos que catalogaban aquellas funciones muy por debajo de las de los hombres.
“Al ser una pionera es complicado. Varias veces se me cerraron las puertas con promotores, patrocinadores, etc., pero lo importante de todo, es que jamás dejé de soñar; me gané el respeto con hechos”, comenta ‘La Guerrera’ en una entrevista con el Consejo Mundial de Boxeo.
“Ha quedado demostrado con las peleas que hemos tenido, la capacidad que tenemos para formar parte de este deporte”, añadió.
Además, ‘Barby’, quien ha sido criticada por buscar las mismas igualdades salariales que Saúl ‘Canelo’ Álvarez, señala que no solo se trata de esta cuestión, sino de todo el trato que se vive para las mujeres en el boxeo, más allá de solo lo económico, de lo cual resulta una complicación muy puntual debido a que el deporte no ha podido ser su principal fuente de ingresos.
“Si yo hubiese sido hombre ganaría como los campeones del mundo, sin minimizarme; comprendo también que ‘Canelo’, Mayweather o Pacquiao son fueras de serie, pero también nosotras lo hemos sido, yo creo que nosotras, de igual manera, merecemos ganar lo que vale nuestro trabajo”, apunta la ex-monarca de dos divisiones.
Megan Rapinoe y la Selección de Estados Unidos, lucha por la igualdad
El fútbol se ha vuelto uno de los escenarios más sonados de esta lucha durante los últimos años con la integración de las distintas ligas femeniles. Reflejo de ello fue la demanda interpuesta por la Selección Femenil de Estados Unidos (USWNT) con Megan Rapinoe a la cabeza, quien se encargó de desafiar a los altos mandos de la FIFA y de la propia Federación Estadounidense para hacer justicia.
Los hechos estaban sobre la mesa. La selección femenil ganó la Copa del Mundo de 2019 2-0 contra Países Bajos y todas las jugadoras se pronunciaron con el cántico “Igualdad salarial”. La unión del combinado era inquebrantable. Las 28 futbolistas decidieron tomar acción legal acusando al organismo norteamericano de “discriminación de género institucionalizada”.
La demanda estaba regida de acuerdo a la Ley de Igualdad Salarial y el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, centrándose en dos rubros: igualdad salarial y condiciones de trabajo, pues las remuneraciones que recibían no reflejaban dicho equilibrio. Al conseguir la clasificación al Mundial a cada futbolista masculino le darían 67 mil dólares, mientras que las mujeres ganarían 37 mil 500 dólares; además, la conquista del torneo para el conjunto varonil, algo poco probable, les generaría un ingreso de 407 mil 608 billetes verdes, en tanto la escuadra femenil, una potencia, se quedaría solo con 110 mil dólares.
Sin embargo, tan solo un año después, las estadounidenses recibieron un fuerte golpe por parte de la Federación (USSF) y del Tribunal de Distrito de Estados Unidos. Carlos Cordeiro, presidente de la USSF, dictaminó que “las mujeres no realizan el mismo trabajo, que no requieren el mismo esfuerzo” porque “la habilidad general para jugar al fútbol que se requiere para competir en la selección masculina está influenciada, materialmente, por el nivel de ciertos atributos físicos como la velocidad y la fuerza”.
Este mensaje no cayó para nada bien en el entorno de la USWNT, pero la disputa no terminó ahí. Cordeiro renunció y la presidencia de la USSF la asumió una mujer: Cindy Parlow Cone. Ella llegó a un acuerdo con las seleccionadas femeniles, quienes cobrarían una bolsa de 24 millones de dólares a repartirse entre las jugadoras y dos millones más se emplearán para iniciativas relacionadas con la igualdad de género en el fútbol y para ayudar a las deportistas cuando se retiren de su etapa como profesionales.
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