Mejor imposible resultó la vuelta al tour para Rafael Nadal (6°), levantó ( y mordió) por 89na vez un título en su impresionante carrera: el ATP 250 de Melbourne (hard/indoor). En la final, el tenista español derrotó al estadounidense Maxime Cressy (112°) por 7/6(6) y 6/3 en una hora y 47 minutos de juego. Esta consagración le permitirá ir con la confianza por las nubes rumbo a su próximo gran objetivo de la gira por Oceanía: el Australian Open.
Teniendo en cuenta su prolongada inactividad, Nadal cumplió una buena faena en la pista del Estadio Rod Laver Arena del Melbourne Park. Si se compara su actuación con su mejores momentos en el tenis estuvo lejos de ello, por supuesto, pero su mentalidad y jerarquía afloraron como siempre y le resultaron suficientes para incrementar su palmarés.
Enfrente tuvo un rival tan impensado como incómodo como Cressy, quien llegó al main draw desde la fase previa. Había anticipado que su esquema de saque y volea no da ritmo y a Rafa le costó, de hecho tuvo un set point en contra en el primer set, que se lo adjudicó en un apretado tie break. Le resultó más sencillo el segundo parcial, más allá de algún bache que fue facturado por parte del finalista de 24 años con un quiebre de servicio. Otra virtud inoxidable expuesta por el mallorquín fue su reacción a los altibajos, fundamental para llevar a buen puerto este encuentro cumbre y celebrar el logro de un nuevo trofeo.
Poco importa el nivel de sus oponentes en el Melbourne Summer Set, todos están activos y en buena forma. En el debut venció al lituano Ricardas Berankis (104°), después descansó por el retiro del neerlandés Tallon Griekspoor (65°), en semifinales dio cuenta del finlandés Emil Ruusuvuori (95°) y, por último, la victoria ante Cressy. Ninguno pertenece a la elite del tenis pero el pupilo de Carlos Moyá tenía otras expectativas, colmadas ampliamente.
Nadal no disputaba un torneo oficial desde agosto, cuando fue despedido por el sudafricano Lloyd Harris (31°) en los octavos de final del ATP 500 de Washington. Después vino el abrupto fin de su temporada 2021 por una lesión en el pie izquierdo, que lo tenía a maltraer hace mucho tiempo.
A mediados de diciembre participó de un certamen de exhibición en Abu Dabi, en donde perdió con el escocés Andy Murray (134°) y con el canadiense Denis Shapovalov (14°). De allí volvió a España con covid-19, que lo obligó a suspender sus entrenamientos y a encerrarse en su habitación. Pasó por muchos contratiempos que quedaron atrás, reemplazados por la alegría de una nueva corona. En una semana arranca el Australian Open y Rafa se quedará en Melbourne feliz, planificando dar un nuevo gran golpe a los 34 años: gritar campeón por 21ra vez en un Grand Slam.