El ex tenista Mark Philippousis, retirado de la actividad a finales de la temporada 2006, confesó que pasó por serias dificultades económicas y que recurrió a sus amigos para poder comer. El nacido en Melbourne, hoy de 44 años de edad, se sinceró en el reality de la televisión australiana SAS, en donde manifestó las necesidades que atravesó una vez concluida su carrera profesional. Agregó haber pasado por un estado depresivo, lo que agrava el duro momento que debió sortear allá por el año 2009, cuando llevaba un buen tiempo fuera del circuito.
Philippoussis tenía 30 años recién cumplidos cuando decidió poner punto final a su trayectoria tenística, iniciada en 1993. En ese lapso recaudó casi 7 millones de dólares en concepto de premios, una verdadera fortuna. El australiano tuvo muchas lesiones que lo obligaron a dejar de competir antes de tiempo en el campo rentado del tenis. Obtuvo 11 títulos ATP, el último en el césped del torneo 250 de Newport, justo en el año de su retirada. También integró el equipo campeón de su nación en la Copa Davis 2003, siendo pieza clave en la final ganada 3-1 ante España en su ciudad natal, cuando consiguió el punto decisivo ante Juan Carlos Ferrero en 5 sets. En ese mismo calendario fue derrotado por Roger Federer (9°) en la final de Wimbledon, en lo que fue el primer festejo del suizo en una cita de Grand Slam.
Reconoció en el programa televisivo de su país que malgastó gran parte del dinero que amasó y que se dio lujos innecesarios, como comprar autos deportivos y una colección de 15 motos. No bajó el ritmo de sus gastos cuando su cuenta dejó de tener ingresos, lo que repercutió también en su ánimo. Su declaración es dramática: “Estaba en un lugar oscuro y tenía depresión”.
Philippoussis se dedicó a mantener a su familia, cuestión que no pudo manejar con criterio una vez fuera del tenis. Su padre había renunciado a un buen puesto en un banco para ayudarlo y Mark quiso retribuírselo, no dejando que vuelva a trabajar en su vida. En aquel año 2009, en donde tocó fondo, el ex número 8 del mundo (en 1999) estuvo cerca de perder su casa valuada en más de un millón de dólares por retrasos en el pago de la cuota hipotecaria. Inclusive, llegó a a pedirle dinero a sus amigos para poder comer. Tan desgarrador como impensado, por el gran flujo de capital que ingresó en su extracto bancaria durante más de una década.