Llegó el gol 700 para el mejor. Leo Messi, con una definición excelsa a lo Panenka y desde el machón penal, llegó a la cifra histórica en una carrera inolvidable. Definitivamente ha sido una gran bendición para el fútbol y la vida.
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Pero ni las luces del momento histórico de Messi fueron suficientes para ocultar la crisis de un equipo sin brújula. A pesar de los grandes nombres en su plantilla, perdió su estilo y quiere depender de las genialidades de sus individuos, que cada vez aparecen menos ante la realidad del padre tiempo que indica el comienzo de la curva descendente.
En este mismo partido del gol 700 quedó claro que, lamentablemente y pese a lo interesante de su pasado como técnico, a Quique Setién le quedó grande el blaugrana.
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— Unanimo Deportes (@UnanimoDeportes) July 2, 2020
Setién, que llegó prácticamente por descarte y ante una imprudencia de la directiva, -que debió despedir a Valverde mucho antes e insistió en dejarlo- ratificó que más allá de sus buenas intenciones y extenso conocimiento, perdió el rumbo. Si es que alguna vez lo tuvo claro.
Al minuto 90 y, ante la angustia de no encontrar el gol que marcara la diferencia, decidió meter a Antoine Griezmann al campo de juego. Sí, al campeón del mundo, al crack francés que, pese a su mal momento, no merece una humillación semejante.
Ya se había filtrado un día antes un vídeo en el cual Messi ignoró olímpicamente las directrices del asistente de Setién, Eder Saravia, en el partido ante Celta de Vigo. A esto le sumamos que, el uruguayo Luis Suárez declaró que la falta de capacidad para mantener las ventajas en los partidos es algo en lo que el técnico debe trabajar.
Sin brújula, sin contundencia, sin convicción, añorando a una versión de Messi que ya no está y sin una esperanza inminente, este Barcelona mostró sus miserias pese al momento histórico del gol 700 de Messi.