En la cocina del Real Madrid hay olor a gas. La salida de Sergio Ramos dejó la válvula del gas abierta y será cuestión de esperar un chispazo para que la casa salte por los aires. Florentino Pérez tiene la certeza de que salió como triunfador en la negociación que tuvo con el referente madridista, pero esto claramente no es así. Es más, con este desenlace nadie se puede declarar ganador.
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El evento del pasado jueves consistió en dos actos. El institucional y la conferencia de prensa posterior. En el primero el Real Madrid preparó un emotivo video con los mejores momentos de Sergio Ramos y contó también con las palabras de los dos implicados; Florentino y el hasta hace muy poco capitán del Real Madrid.
Comenzó el presidente del Real Madrid con un discurso acartonado y frío. Quedó bastante clara la razón por la que no lo vemos más seguido dando declaraciones. Como hombre de negocios es de Champions, pero como orador no jugaría ni en la quinta división de Eslovenia. Después le tocó el turno a Ramos quien no pudo contener las lágrimas en los pocos minutos que habló. Aquí no hubo ni un reproche al club o al presidente. Esta primera parte se cerró con un incómodo abrazo entre los dos.
En la conferencia de prensa ya pudimos escuchar de voz de Sergio Ramos los motivos de su salida. Desafortunadamente no tuvimos (ni tendremos) la versión del Real Madrid debido a que Florentino no quiso responder ninguna pregunta de los periodistas. Incluso no asistió a la conferencia y eligió a Butragueño como representante de la institución. Ramos culpó al club y aseguró que nunca fue su intención marcharse, le faltó autocrítica para reconocer que su ego le jugó una mala pasada en la negociación. Florentino y Sergio son dos personas que van al límite y al defensor le falló el calculo de saber cuando ceder.
El problema es que si hay algún jugador para hacer una excepción es justamente él. Florentino lo tomó como un jugador más y no como el referente madridista de los últimos años. El presidente ganó esta batalla, pero no la guerra. Hay una parte de la afición que le aplaudió que tuviera mano dura y no ceder ni un centímetro. Hay otra que nunca va a olvidar esto.
La manera en la que se acaba de ir Zinedine Zidane, un entrenador que le dio tres Champions al Madrid, no es digna de un gran club, por lo menos Ramos tuvo una despedida institucional. La marcha del francés es una mancha muy grande de la actual administración y ahora se suma la salida del jugador que regresó al club blanco a la élite europea. Los madridistas nunca olvidaran ese mítico cabezazo que conquistó la decima Champions.
No hay que olvidar que el Real Madrid viene de una temporada en la que no ganó nada. Si la próxima campaña tiene el mismo resultado, pero ahora sin los pararrayos de Ramos y Zidane, la gente va a apuntar hacia el palco y llegaran los reclamos y las cuentas pendientes. Si no llega alguna contratación este verano que ilusione a los aficionados, que por cierto tiene toda la pinta que así será, una pequeña chispa puede echar por los aires todo lo que Florentino ha hecho desde el 2009 cuando asumió por segunda vez el mandato del Real Madrid. Hace doce años de eso. Mientras tanto Florentino duerme tranquilo como un lirón.