Como no olvidar aquel 13 de agosto del 2020 previo a la llave de cuartos de final ante Bayern Múnich cuando un tal Arturo Vidal aseveraba que los bávaros “no juegan contra equipos de la Bundesliga, juegan contra el Barcelona, el mejor equipo del mundo”. Está por demás decir el resto de la historia.
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El martes le tocó a Ronald Koeman “comerse sus palabras” luego de afirmar que “yo no veo a otros equipos mucho mejor que el Barca… podemos ganarle a cualquiera”; y así, los primeros 90 minutos de la eliminatoria ante el Paris Saint-Germain evidenciaron en su totalidad el declive del conjunto blaugrana.
Una rotunda humillación, y como no decirlo, si pese a las grandes ausencias de Neymar y Angel Dí María, el PSG hizo lo que quiso con uno de los peores, sino es que el peor Barcelona de la historia en su propia cancha.
Cuatro goles le bastaron a los parisinos para prácticamene sentenciar su boleto a la siguiente fase y hundir al quebrantado cuadro culé que ya no sabe por dónde encontrar una luz de esperanza que le permita salvar la temporada y, además, retener a un Leo Messi descontento y desorientado por lo que se ha convertido el club de sus amores.
El solitario gol de penal cobrado por el argentino a los 27 minutos de tiempo corrido que los colocaba en ventaja momentánea luego de que el colegiado marcara dudosamente la pena máxima, quedaría en un simple destello hasta que un chico de 22 años llamado Kylian Mbappé, tomó el control del juego y se terminó despechando con un glorioso hat-trick.
KYLIAN MBAPPE IS MAKING CAMP NOU HIS PLAYGROUND. ? pic.twitter.com/sKHS0NXcim
— Champions League on CBS Sports (@UCLonCBSSports) February 16, 2021
Los reflectores, la noche y el esférico fueron del francés, quien se ha convertido en el segundo jugador en marcar tres anotaciones en el Camp Nou; y por si fuera poco, ya suma su diana número 110 con la indumentaria del PSG siendo el tercer máximo goleador del club.
Previamente, la idea de juego del técnico holandés era alinear a un Gerard Piqué, que venía de tres meses de inactividad, para cerrarle los espacios y desestabilizar a Mbappé; sin embargo, ninguno de los dos recordó su increíble velocidad y solo le quedó al atacante crear un desastre en la zaga defensiva con la descoordinación del español y Clément Lenglet.
Asimismo, ni Antoine Griezmann, ni Ousmane Dembélé, fueron capaces de equilibrar la pizarra desaprovechando claras jugadas de peligro que, a lo mejor, pudieron haber cambiado el rumbo del partido en ese momento.
La felicidad desbordada en los de Mauricio Pochettino, mientras que Koeman continuará buscando la fórmula perfecta para volver a integrar a un vestidor totalmente roto que tanto Ernesto Valverde como Quique Setién, nunca lograron reponer.
Por el momento, solo le queda al Barcelona viajar a París y aguardar a que el ataque del cuadro galo baje los brazos en el Parque de los Príncipes, algo que no sucederá, por lo que lo menos que se puede esperar, es recibir otra goleada y ponerle fin a una campaña para el olvido.