Alphonso Davies por momentos se puso el traje del protagonismo inesperado. El jugador del Bayer Munich, incluso, por momentos eclipsó a Lionel, pero Messi iluminó con un sol y terminó por opacar al canadiense que mostró calidad, pero insuficiente para tapar al sol argentino.
Davies patentó la idea de que en Europa se forman los jugadores de élite. Su velocidad de trueno impactó a los aficionados que llenaron el Mercedes Benz.
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Incluso esa rebeldía a la lógica pudo haber terminado con un gol para los de la hoja de maple, pueden presumir haberle jugado de tú por tú al campeón del mundo.
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Hasta ahí la historia de dos capítulos porque el primero lo escribió Alphonso, pero el segundo lo firmó Messi que si bien no hizo gol si ofreció un par de rutinas de magia, pero en ninguna pudo sacar el conejo.
Lionel se llevó el las luces. En una ocasión deslumbró con una jugada que rompió la cintura al portero canadiense, pero la humanidad de un defensa rojo impidió que el aplauso de los aficionados cobijara lo que pudo haber sido una master class de definición.
Luego repitió la dosis. La realidad es que el triunfo argentino no tuvo la cereza del pastel. Se necesitaba que el mejor jugador del mundo metiera su gol, pero solo unos centímetros lo alejaron de gritar gol en otro ataque argentino.
En todo momento la grada respaldó a Messi
El cuento albiceleste tuvo su momento de preocupación cuando cayó al césped con dolor aparente de rodilla. El grito de Messi… Messi Messi”, pareciera fue su impulso para levantarse y seguir.
Leo no sólo es un héroes, sino uno invencible. Terminó el juego de pie. Sirvió pases para sus compañeros. Fue generoso. Y aun con su prolijo juego de rey Argentino le puso en el pie el gol a Lo Celso con un exquisito envió fultrado. Noche de Messi.
