Semana complicada para los dos grandes de España, aunque con dos realidades diferentes por el repunte de Messi en las filas culés y por los dos “pinchazos” que eligió el Madrid ante Celta empatando y perdiendo en Valencia ante el Levante.
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La semana que terminó fue una intensa licuadora revolucionada en el Barcelona por el escándalo de las redes sociales que dejó en entredicho al presidente Bartomeu y por la decisión de contratar de última hora un delantero danés (Martin Braithwaite) de un equipo como el Leganés que hacia más daño al cuadro “chico” del Vasco Aguirre, pero que la normativa protegía al “grande” Blaugrana. Cosas del reglamento en España que son del resorte de Rubiales.
Además, en plena crisis administrativa entre la creencia de unos y el descrédito de otros, apareció Messi en una notable entrevista de nuestra colega Cristina Cubero, en la que el 10 deja claro que “nada es claro” en ese tema, aunque políticamente correcto decidió creerle a su presidente.
Y cuando todo bullía en el palco culé (con escudo del Madrid incluido y escondido bajo la imagen de Bartomeu), apareció Messi ante el Éibar en su real dimensión para sellar un póker propio y contribuir de pleno en la goleada del Barça como si el genio argentino le hubiera tirado un flotador a su presidente en plena crisis.
Messi, siempre Messi se encarga de cambiar los rumbos y con nomina corta y un fútbol en medio del destemplado violín de Setién, salió, dio la cara, jugó, anotó 4 veces y mandó a los aficionados un mensaje de esperanza previo al viaje a Nápoles y posterior destino a Madrid para el Superclásico.
Ese es Messi torciendo la historia…Ahora el optimismo colma la cofradía del Barça, al menos desde la cancha, cuando son conscientes que cuentan con nómina muy corta, pero con el mejor del Mundo.
La otra cara de la moneda pasa desde la vereda del Madrid. Camino impecable hasta el pasado domingo cuando el frenazo ante el Celta con un empate de cierre dejó a los de Zidane muy tocados en el orgullo y en el fútbol. El Madrid venia haciendo muy bien sus tareas y Zidane muy bien sus deberes de técnico. Ahora el francés amplía su repertorio y ha logrado ensamblar un equipo con variantes y sorpresas en donde a todos los tiene felices por sus minutos en el campo.
Funcionamiento y resultados venían de la mano, pero el empate ante el Celta y la derrota en Valencia ante el Levante volvieron a poner en evidencia la falta de pegada y la poca contundencia de un equipo que se mueve muy bien en la cancha, pero que sigue careciendo de gol. Y no es tiempo de seguir cacareando la salida de Cristiano. Él ya se fue y las soluciones deben aparecer en la dirección deportiva del equipo.
De la felicidad y rendimiento del Madrid en una semana se pasó a la zozobra teniendo en cuenta la escala de Champions ante el City en el Bernabéu el miércoles y el Superclásico del próximo domingo en casa.
A eso sumémosle las “diarreas” de Bale y el cristal en el peroné de Hazard que merman permanentemente la zona de ataque de un equipo de por sí débil en ese departamento.
Dirá Zidane en la conferencia del martes antes del City y del sábado antes del Clásico, que “es lo que hay” tratando de darle normalidad con lenguaje al momento difícil del equipo. Eligió el Madrid la peor semana del año para hacer crisis, pero igual quizá la gran semana de los retos.
Las curiosidades del fútbol. Al Barça lo pone Messi en el mapa cuando menos era favorito y el Madrid sin un líder natural en el campo espera que su técnico encuentre la fórmula.