Hace 22 años se escenificó una de las peleas más anticipadas cuando Oscar de la Hoya y Félix “Tito” Trinidad unificaron los títulos welter en la llamada “Pelea del Mileno” que aunque no cumplió con las grandes expectativas, todavía hoy día no deja de hablarse sobre ella por su polémica decisión.
Ambos peleadores llegaron invictos el 18 de septiembre de 1999 a la pelea más importante de la divisón welter desde que Sugar Ray Leonard y Tommy Hearns se esfrascaron en un dramático duelo en el 1981. El combate fue un éxito económico al generar 1.4 millones de compras a través del sistema de pay per view -la mayor cantidad para un choque fuera de la división de los pesos pesados- pero las acciones dentro del ring no estuvieron a la par.
De la Hoya (31-0, 25 KOs), campeón welter del Consejo Mundial de Boxeo, venía de defender exitosamente siete veces el cetro, que le arrebató a Pernell Whitaker en 1997, contra rivales de la calidad de Julio César Chávez, Ike Quartey, Héctor “Macho” Camacho y Oba Carr, entre otros.
Trinidad (35-0, 30 KOs) era el monarca de la Federación Internacional de Boxeo desde que noqueó en dos asaltos a Maurice Blocker en el 1993, y después de 14 defensas de la corona llegó el momento de averiguar quién era el rey del peso welter.
Se esperaba un electrizante combate en el Mandalay Bay Resort & Casino en Las Vegas, pero los fuegos artificiales nunca llegaron, y al final el puertorriqueño se llevó una decisión mayoritaria con votaciones de 115-114 y 115-113, mientras que el tercer juez vio un empate a 114-114.
“Fue una de las peleas más grandes de esa época. Todos querían verla, generó muchas expectativas y millones de doláres al boxeo. Por algo es que se llamó la “Pelea del Milenio. Eran dos estrellas en el mejor momento de sus carreras aunque al final terminó de forma controversial”, recordó el promotor puertorriqueño Félix “Tutico” Zabala.
El “Golden Boy” dominó la primera parte con buena técnica y movimientos frustrando constantemente a Trinidad, quien fue el agresor en todo momento, pero sin poder conectar su temible pegada y golpes sólidos.
Cuando el boricua iniciaba su ataque, el mexicoamericano lo esquivaba con pasos laterales, y atizaba rápidas combinaciones, y un molestoso jab que lo puso a sangrar desde el segundo asalto.
En el cuarto, Trinidad logró conectarle varias derechas y ganchos de izquierda a De la Hoya, quien volvió a recurrir a su boxeo. Cada vez que el boricua tiraba su poderosa derecha, el mexicoamericano contragolpeaba con su izquierda, y entraba a tirar golpes y volvía a moverse. Así fue durante los próximos capítulos, aunque algunos asaltos lucieron algo parejos por el hecho de Trinidad mantenerse como el agresor.
Sin embargo, a partir del noveno asalto, De la Hoya bajó su ritmo quizás pensando erróneamente que ya tenía la pelea en el bolsillo como le decía su entrenador Robert Alcázar. Los últimos tres asaltos prácticamente los regaló al dedicarse a moverse por el ring esquivando a un desesperado Trinidad, quien buscaba afanosamente un nocaut.
En lugar de continuar su plan de pelea y cerrar el “show”, el “Golden Boy” pecó de cauteloso.
Al llegar el momento de la decisión, un juez vio el combate 114-114 y los otros dos jueces vieron como ganador a Trinidad con puntuaciones de 115-114 y 115-113 en un fallo controversial. La gran mayoría de los cronistas le habían dado la pelea a De la Hoya, pero también argumentaron que su desdén en los últimos tres asaltos al final le costaron la victoria.
Mientras Trinidad celebraba con lágrimas su gran triunfo, De la Hoya y su entonces promotor Bob Arum no podían esconder su enfado por la decisión que catalogaron como un robo.
“Ciertamente, en términos de una atracción, fue un evento grande, pero como pelea no. No fue emocionante. Pienso que Oscar ganó los primeros asaltos y Trinidad los últimos tres, pero en mí estimación Oscar ganó”, recordó Arum en una entrevista con el diario puertorriqueño Primera Hora.
Zabala también vio como ganador a De la Hoya.
“Es difícil para mí porque soy puertorriqueño, pero vi ganar a De la Hoya a pesar que bajó el ritmo de pelea en los últimos tres asaltos. En el boxeo las tarjetas se entregan round por round, pero fue una pelea cerrada y causó mucha controversia la decisión”, agregó.
La escena quedó preparada para una revancha, pero la misma nunca llegó.
Por años los Trinidad culparon a De la Hoya y Arum y viceversa, pero independientemente el gran perdedor fue el fanático del boxeo que nunca pudo ver a estos dos grandes peleadores despejar las dudas y ajustar cuentas en el ring.