Nacido el 30 de marzo de 1986 en la pequeña ciudad de Camas, Sergio Ramos se ha convertido en hijo prodigo del Real Madrid, capitán del club más importante del planeta, dueño de cuatro champions, cuatro mundiales de clubes, dos eurocopa y de la Copa del mundo en el 2010 con España.
- Edén Hazard, “el otro pinturicchio”
- Cristiano, “El heredero de la Saeta Rubia”
- Me preguntaron quién es el Diez
ESCUCHA los mejores shows de deportes en UNANIMO Deportes Radio. DALE CLICK AQUÍ ▶️
Sergio Ramos es amado y odiado, pero indistintamente reconocido por todos como uno de los mejores defensores del mundo de todos los tiempos.
Nació con una muleta en la mano, soñando con tardes de gloria en la Maestranza de Sevilla, o despertar ante un toro de rodillas en la plaza de Ronda en Málaga esperando la banderilla del final, varios cayeron así en su historia de gladiador “despiadado” y de justiciero ante el arco rival. Pero el coliseo fue diferente, los estadios de fútbol de Europa albergaron las más grandes hazañas del que nació torero y morirá gladiador.
Basta con recordar la mágica noche de Lisboa, cuando el Atlético acariciaba la gloria eterna de la Champions, con un gol de otro héroe bajado del olimpo futbolístico llamado Diego Godín, pero apareció Ramos a los 90’, anotó el empate y mandó el partido a la prórroga donde el Madrid arrolló al once de Simeone.
Fue el tercer intruso ilustre en aquel Barcelona que se vistió de España junto a Capdevilla y Casillas para jugar de lateral derecho y llenar la franja de subidas y de sudor ayudando a su amada camiseta a la conquista mayor de la mano de Del Bosque, como lo había hecho para conquistar Europa bajo la tutela de don Luis, el Sabio de Hortaleza.
Había comenzado su carrera como profesional en el Sevilla a los dieciséis años, sus descollantes actuaciones en el equipo de Nervión llamaron la atención del Real Madrid y antes de cumplir los veinte años ya lucia sobre su pecho el “manto sagrado”.
Todo su recorrido posterior, del que dimos una sinopsis renglones arribas lo conocen, pero seguramente dependiendo en este mundo futbolístico globalizado y polarizado de hoy, vuestra imagen sobre el gran capitán, tendrá el color del cristal gemelo a la camiseta que ama.
Para los del Barcelona, un carnicero merecedor de cadena perpetua, para los merengues la edición moderna del Cid Campeador, pero para los que lo analizamos desde el banquillo del vestidor y debemos imaginar si lo querríamos en nuestro equipo o contra él, la definición es algo diferente y mucho más facil.
Pocos olvidarán el partido de Champions donde bajo a Mohamed Sala con una llave sobre su hombro, sacando al egipcio y al Liverpool de la competencia y casi seguramente retrasando en el tiempo la coronación que a ambos les llegaría después.
Compañero suyo lo hubiera insultado si lo dejaba arrancar derecho al arco sin cometerle la falta, y de rival le hubiera cobrado la afrenta en la jugada posterior, pero si me preguntan a quien quiero de lugarteniente cuidándome las espaldas en las más brava de las finales, le digo Sergio Ramos de aquí a la eternidad.
Así como algunos lo ponen como el más pegador de la historia, les aviso que no han visto ni a la mitad de los especialistas en la materia.
Todos los equipos que se abrazaron a la gloria tuvieron grandes jugadores, pero también defensores aguerridos capaces de casi todo para evitar ser vencidos.
Decía una vez el gran Roberto Perfumo, “nene, defensor que no hable y no pegue no puede jugar”.
Roberto fue un fiel ejemplar de esa estirpe heredada por su compañero de zaga en River, de nombre Daniel Alberto Pasarella. Del otro lado del Rio de la Plata y del Manzanares Diego Godín es sin duda el eslabón perdido entre nuestro hombre y el viejo Mariscal, al él también lo doblegó.
Sergio Ramos no es solo fuerza física, sepa usted que en las estadísticas de la FIFA fue el jugador que más gambetero en el Mundial 2010, es además un central con las dos velocidades necesarias para ser un crack, la física y la mental.
Nuestro personaje de hoy tiene además una gran capacidad de juego aéreo, ganando el noventa por cientos de las luchas en el segundo piso, marca con los dos perfiles, distribuye el balón con derecha y con izquierda, define tan bien que en la Casa Blanca del fútbol ha marcado más de sesenta goles en cuatrocientos y algo de partidos.
Treinta y pico de títulos no se ganan solo pegando, casi todos los defensores pegan como último recurso, de los perdedores nadie se acuerda, la animadversión con Sergio es que además de pegarte, si tiene que hacerlo, al final de la batalla, te termina ganando, y para peor si fuera necesario, con un gol de él mismo a los 90’.
Enhorabuena chaval, jamás has podido saltar a la arena vestido de luces, pero entre las cuatro líneas te has aburrido de cortar rabo y orejas.
Abrazo de gol
Leo Vega