“Las limitaciones las tenemos todos, la peor de ellas es la psicológica”, pronunciaría la judoka que no tuvo miedo de enfrentar las adversidades, combatiendo hasta el último instante y colgarse con orgullo dos preseas paralímpicas para hacer historia no solo en el deporte venezolano, sino en la carrera de la vida; ella es Naomi Soazo.
Nacida el 19 de diciembre de 1988 en Caracas, Venezuela, Naomi Alejandra Soazo Boccardo, ha tenido que enfrentarse al combate más complicado desde que tenía tan solo 11 años de edad: vencer la retinitis pigmentaria sin pigmento, teniendo fuera del tatami a “mi mejor sensei de vida: mi padre”, expresó en relación a su vínculo con su papá y entrenador, Humberto Soazo, quien la instruyó a inclinarse por esta disciplina.
Naomi, atleta con raíces japonesas, inició su participación en el deporte a principios de 2000, pero no fue hasta seis años más tarde que compitió en su primer mundial en Francia, el cual no le dejó las mejores sensaciones tras quedarse fuera del podio al llevarse un séptimo lugar a casa.
Sin embargo, el destino le tenía preparado la mejor recompensa de todo su esfuerzo, tenacidad y superación en los Juegos Paralímpicos de Beijing en 2008, donde el 8 de septiembre, será una fecha que ni ella ni toda Venezuela, jamás olvidarán.
La judoka brilló en el máximo evento dentro de la división de 63 kilogramos, dejando atrás a todos los fantasmas que la acompañaron en Francia, para llegar a la justa y hacerse acreedora de su más grande sueño: colgarse la medalla de oro y cantar al unísono el himno de su país mientras la bandera de ‘la vinotinto’ comenzaba a elevarse en lo más alto del recinto.
“Fue una experiencia única, fueron dos años muy difíciles. En ese proceso mi meta era subirme al podio y conseguir el primer lugar. Mi motivación era escuchar el himno ahí. Cuando lo logramos no lo podíamos creer. Lo habíamos soñado tanto que al tocar la medalla era algo irreal”, señaló en ese momento.
“Yo me siento feliz de haber dejado mi huella en el movimiento paralímpico en mi país, en la historia”, añadió.
Soazo recibiría otro duro golpe a consecuencia de los problemas en su visión que afectaron su participación en Londres 2012, donde sería eliminada en semifinales y quedándose con la quinta plaza, pero regresando a casa no solo con el reconocimiento paraolímpico, sino con el respeto de todo el mundo.
La mentalidad ganadora de la venezolana pudo más que cualquier otra cosa, ya que para los siguientes Juegos Paralímpicos de Río 2016, buscaría la revancha consigo misma.
Si bien es cierto que en esta ocasión, Soazo no igualó su participación en 2008, pero sabía muy en el fondo que está sería su última oportunidad de romper con las barreras que la dejaron a un paso del repetir la hazaña y, su satisfacción se desbordó con una presea de bronce en la división B2 de -70 kilogramos para sellar la espectacular carrera de la única atleta paralímpica de oro por Venezuela y con un mágico abrazo con la persona que confió en ella más que nadie.