Apenas habían transcurrido unos días. El huracán Andrew había arrasado con el Sur de Florida. La desesperación y la tristeza rondaban las calles. Las imágenes mostraban la destrucción. La gente se esforzaba por regresar a la normalidad, por salir de aquella pesadilla.
Y entonces, un hombre que había sido acogido por Miami cuando apenas era un niño, vio una oportunidad donde otros veían sólo caos. Menos de dos semanas tras el paso de Andrew, el cubano-americano, Ralph Sánchez -el hombre que había llevado el Grand Prix de Miami a las calles del dowtown en los ’80-, y el entonces Manager de la ciudad de Homestead, Alex Muxo, se dieron la mano, listos para firmar un acuerdo que revitalizaría la ciudad. Era 1 de septiembre y el proyecto del Homestead-Miami Speedway acababa de nacer.
El 24 de agosto de 1993 -un año tras el paso de Andrew-, se ponía la primera piedra en el terreno de 434 acres que marcaba el inicio de la construcción de la pista, y se anunciaba la asociación con el hombre de negocios, H. Wayne Huizenga. A ellos se sumarían un tiempo después (1997), Penske Motorsports Inc. (PMI) e International Speedway Corporation (ISC).
Se abren las puertas
La ceremonia de inauguración se llevó a cabo el 3 de noviembre de 1995, en un fin de semana en el que se agotaron las entradas y en el que los asistentes fueron parte de la historia cuando Geoffrey Bodine -ex ganador de la Daytona 500- se convirtió en el primer piloto en cruzar la línea de la victoria en Homestead, en una carrera de exhibición de la NASCAR Craftsman Truck Series.
A partir de ese punto, Homestead-Miami Speedway comenzó a crecer y consolidarse, convirtiéndose desde 2002 y hasta 2019, en el sitio que pone punto final a los campeonatos de las tres principales categorías de NASCAR.
El circuito fue construido con la idea de reflejar el estilo Art Deco de la cercana Miami Beach, de ahí que -según dicen- los colores de su logo inicial y de la pista -paredes, gradas, etc.- fuesen aqua, violeta y plateado.
La pista, un rectángulo con cuatro curvas inspirado en el famoso Indianápolis Motor Speedway (IMS), era de algún modo un homenaje Carl G. Fisher, el hombre que tuvo la visión de levantar aquel “óvalo” en Indiana y que desarrolló el potencial de bienes raíces de Miami Beach, cuando tanto las carreras de autos, como el Sur de Florida, apenas despuntaban.
Cambios para mejorar
Sin embargo, a diferencia del IMS, el rectángulo de Homestead se construyó en un terreno más pequeño y por lo tanto, las dimensiones no eran las mismas. Las curvas eran más planas, los adelantamientos difíciles, los ángulos de la pista favorecían los accidentes y el espectáculo sufría.
En 1996 se hizo la primera reconfiguración de la pista y en 1997, con una inversión de poco más de ocho millones de dólares, se pasó del rectángulo al óvalo de curvas continuas y en 2003, con una inversión de 12 millones de dólares, las curvas fueron llevadas de ser prácticamente planas -6 grados-, a progresivamente variables con inclinación de 18-20 grados.
A través de los años, el Homestead-Miami Speedway ha sido testigo de los peores y los mejores momentos. Ha pasado por la tristeza de accidentes fatales y por la gloria de coronar el esfuerzo de pilotos y equipos que han dado cuanto podían en aras del triunfo. Un simple recordatorio de que como en la vida fuera de las pistas, a veces se pierde y a veces se gana…