Por Pedro Guerrero (Nostra)
Sublime, pero peligrosa euforia. Quedan unos minutos en el reloj. Hay un tiro de esquina y estás a un gol de cobrar una apuesta que te ha costado mucho. Se ejecuta el cobro, remate y… ¡GOOOOOL! Acabas de ganar sobre el final del partido y cobraste tu apuesta.
La emoción de ganar un pick no tiene comparación. Así es una de las cosas que nos enganchan como apostadores, el grado de satisfacción de vencer al destino y sentirte con suerte es adictivo pero, a pesar de que bien canalizado puede ser la base de tu éxito, hay miles de historias donde ganar un pick sufrido es el principio del fin.
La euforia desequilibra
Cuando se está en un estado de euforia hay que tener extremo cuidado, pues lo que se consigue en equilibrio se pierde con exceso de confianza. De hecho, estar eufórico es casi lo mismo que estar triste o enojado y, como en esos casos, hay que evitar apostar. Lo mejor es disfrutar la victoria, sentir la satisfacción y listo. Quizás contarle a alguien, publicarlo en tus redes, desahogar. No deberías volver a abrir la página del casino hasta que te sientas totalmente equilibrado de nuevo.
Hay que aprender a ganar, las apuestas son un juego de inteligencia y paciencia. Competimos ante un ente sin emociones al que le llamamos “el casino” y como tal tenemos que comportarnos.
Muchas veces la clave del éxito a largo plazo es tener el temple de una roca. En el momento en que sufras menos tus derrotas y goces menos tus victorias, entenderás que no se triunfa cuando ganas una apuesta. Se tiene éxito cuando vences tus emociones e impulsos y ahí sí que vencerás al casino.
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