Katmandú, 21 oct (EFE).- En plena pandemia del coronavirus y cuando el Himalaya se encontraba aún cerrado a los montañeros tras más de siete meses, Nepal abrió sus cumbres al príncipe de Baréin y su millonaria expedición financiada a golpe de petrodólares.
El príncipe Nasser bin Hamad Al Khalifa y el resto de miembros del grupo, 15 militares de Baréin y tres ciudadanos británicos, hollaron la cumbre del monte Manaslu, la octava montaña más alta del mundo con 8.163 metros, el pasado 15 de octubre, dos días antes de la apertura oficial del país a los montañeros de todo el mundo.
Una hazaña física para el común de los mortales, pero relativamente rutinaria en un país como Nepal donde más de 8.000 escaladores subieron diferentes picos solo el año pasado.
Pero las circunstancias de la expedición y el tamaño de ésta tienen poco que ver con lo que es considerado “normal”.
UN NEPAL VACIO… O CASI
Nepal tenía grandes esperanzas para 2020. A principios de año soñaba con atraer por lo menos a dos millones de turistas -un aumento de casi el 66 % respecto al año anterior-, buena parte de ellos gracias a su joya de la corona: el Everest.
Pero la llegada del coronavirus obligó al Gobierno nepalí, como a muchos otros en todo el mundo, a cerrar sus fronteras e imponer restricciones para evitar contagios.
Más de siete meses sin turistas extranjeros hasta que el país se abrió de nuevo el pasado sábado, eso sí, después de que Al Khalifa y compañía alcanzasen la cima del Manaslu, según la información del Departamento de Turismo de Nepal.
El príncipe llegó al país en un vuelo privado el 15 de septiembre y, tras pasar una semana en cuarentena, comenzó a aclimatarse. La intención es que la escalada de este año sirva como preparación para ascender el Everest la próxima primavera.
EXPEDICION DE ALTO PERFIL
Pero si Nepal no permitía la entrada de turistas al país ¿de dónde sale la expedición de Al Khalifa?
Simplemente, el Gobierno nepalí ha optado por hacer una excepción con el príncipe -y su dinero- cuando la industria turística del país pasa por uno de sus momentos más bajos.
Mingma Sherpa, director gerente de Seven Summit Treks, la agencia de escalada contratada por la expedición real, afirmó a Efe que el príncipe de Baréin acabó pagando cerca de 1,5 millones de dólares por un mes de expedición, para la que el grupo contrató a nada menos que 53 guías de montaña.
“Ha sido una expedición real, la de mayor perfil que jamás hemos gestionado”, explicó Sherpa, antes de precisar que al menos 200 personas obtuvieron empleos bien remunerados de forma directa.
Una “gran ayuda” para los guías que se han visto durante meses sin trabajo a causa de la pandemia, dijo.
El objetivo de Al Khalifa es coronar el Everest el año próximo, por lo que Sherpa espera que la lluvia de petrodólares continúe.
“Ya que son cuidadosos con los temas de seguridad, esperamos que contraten a cinco guías por cada montañero”, dijo Sherpa, “esperamos que gasten al menos cinco millones de dólares o más por la expedición del Everest”.
Normalmente, los extranjeros pagan 11.000 dólares por el permiso de escalada a la cumbre más alta del mundo y entre 40.000 y 90.000 dólares por la expedición al completo. Unicamente en concepto de permisos, el Gobierno nepalí ganó más de cinco millones el año pasado.
UN SECTOR TURISTICO PARALIZADO
Casi medio millón de personas viven del turismo en Nepal, y de ellos, al menos 350.000 han perdido sus empleos desde que se impuso el confinamiento a finales de marzo, detalló a Efe el presidente de la Asociación de Agencias de Senderismo de Nepal, Khum Bahadur Subedi.
“Mientras el Gobierno planea reabrir gradualmente la industria turística del país, esperamos que los viajeros vuelvan a Nepal en el primer trimestre del año próximo”, confió.
Sangam Prasain
(c) Agencia EFE