Tres deseos para el fútbol mexicano en el año 2026

El fútbol mexicano se aproxima a un año que debería ser de júbilo y consolidación, pero la realidad actual obliga a mirar más allá de la superficie. De cara a 2026, la industria nacional no requiere parches temporales, sino una metamorfosis estructural que priorice el balón por encima del balance financiero. Basándonos en las problemáticas que han frenado el crecimiento del balompié azteca, desarrollamos los tres deseos fundamentales para una renovación verdadera.

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1. La liberación del mercado y el fin de la “Jaula de Oro”

El primer deseo es la ruptura de la burbuja inflacionaria que mantiene al jugador mexicano como un rehén de lujo. Durante años, los clubes han tasado a sus jóvenes promesas en cifras que duplican o triplican su valor real en el mercado internacional, forzándolos a un reciclaje interno que estanca su crecimiento. Para 2026, el deseo es que se establezcan mecanismos que faciliten la exportación a ligas de élite, dejando de ver al talento nacional exclusivamente como un activo de intercambio doméstico. México necesita una liga que se sienta orgullosa de ser exportadora, entendiendo que el éxito de sus futbolistas en el extranjero es el mayor indicador de salud para su propia competición.

2. La abolición definitiva de la multipropiedad y las jerarquías cruzadas

El segundo deseo apunta directamente a la transparencia y la ética deportiva. La estructura actual, donde diversos clubes comparten el mismo dueño, ha generado un sistema de triangulaciones que desvirtúa la competencia y afecta directamente la carrera de los futbolistas. Hemos sido testigos de cómo jugadores son movidos entre instituciones hermanas sin considerar sus proyectos personales o su voluntad profesional, tratándolos como piezas de un tablero corporativo. Para 2026, el fútbol mexicano debe recuperar la autonomía de cada plaza; el aficionado merece tener la certeza de que su equipo compite con intereses propios y no subordinados a un beneficio grupal que prioriza el flujo de capital sobre la gloria deportiva.

3. El retorno de la meritocracia: Ascenso, Descenso y Calidad

Finalmente, el deseo más profundo es la restauración de la adrenalina deportiva en su estado más puro. Una liga sin riesgo de descenso y sin la ilusión del ascenso se convierte en un torneo de complacencia, donde la mediocridad no tiene consecuencias. El deseo para 2026 es el regreso de un sistema que premie el éxito y castigue el fracaso en la cancha, obligando a los directivos a invertir con sentido común y no solo por compromiso. Esto debe ir acompañado de un filtro de calidad riguroso para las contrataciones; el fútbol mexicano no necesita más cantidad, sino una competitividad que obligue a cada club a buscar la excelencia, devolviendo al espectador el espectáculo que merece.