Como si se tratara de la mediática venta anual del nuevo iPhone, así, a la misma velocidad corren las noticias y rumores sobre Gareth Bale, el delantero galés del Real Madrid con el que hemos convivido desde hace casi un año en una turbulenta novela de amores y odios.
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Que Bale se va, que lo quiere China, que Zidane lo despidió en conferencia de prensa en Estados Unidos, que “siempre no”, que se queda, que el Madrid quiere dinero (es lógico), que se volvió a romper, que se fue con Gales, que volvió lesionado, que no juega, que si alinea, que notable su tarde, que juega más golf, que si habla español, que no sabe quien es Boris Johnson, que no entrena, que trabajó diferenciado, que Kroos lo critica, que ahora Zidane lo defiende, que estalló el madridismo, que con Gales si entrenó… y que el quiere siempre quedarse en el Madrid.
El anterior es solo un rápido resumen de algunos de los muchos titulares que genera el galés a quien entiendo a esta hora le retiró definitivamente los afectos la parroquia del Real Madrid.
Bale es un jugador de primera línea por su calidad futbolística, pero de segunda o tercera línea por su fragilidad física. El galés se ha visto orillado a recurrir al muy conocido “secreto profesional de la medicina y de los médicos” para acallar legalmente sus malestares y sus lesiones. La “Ley Bale” sobre el secretismo médico se puso ya de moda y muchos jugadores para evitar devaluaciones en el mercado, ahora recurren con sus abogados para que en sus contratos quede establecido el límite público informativo sobre sus lesiones.
Tema al margen este de lo médico, volvamos a Bale como jugador, ser humano y como producto comercial. Como jugador no se le puede reprochar calidad, como ser humano, su introspección y su poca comunicación deja poco margen de opinión y como producto se convirtió en un dolor de cabeza para el Real Madrid.
A esta altura, Florentino Pérez debe hablar con Bale o con su agente, el muy controvertido Jonathan Barnett y decidir la salida del jugador en términos que todos queden felices. Madrid querrá un dinero (insisto es lógico) su valor en el mercado continua a la baja y hoy esta cotizado como el número 85 del mundo y con un precio en la reconocida pagina TranferMarkt de solo 60 millones de Euros.
Es cierto que esos valores son manejables desde la negociación que se plantee, pero el Madrid debería ya buscar mínimo ese dinero y quitarse además la carga salarial del jugador en el ventana de Invierno. Zidane dice nadie saldrá del equipo a media temporada, pero el dolor de cabeza de Bale para la “Zona noble” del Bernabéu puede cambiar esos planes.
Es verdad que el efecto mediático de Bale influye mucho, porque si revisamos la “vida privada” de la plantilla del Madrid, hay otro jugador parecido en su comportamiento, pero más querido por la cofradía blanca como es James Rodríguez. James tampoco jugó varias fechas con el Madrid por estar “tocado” o por paternidad e igual viajó con Colombia para los partidos ante Perú en Miami y ante Ecuador en Nueva York.
Reapareció mediáticamente en los entrenamientos de Colombia en Miami y por ahora son pocos los que levantan la voz contra el colombiano. Claro hay al final una gran diferencia. James le ha jurado amor al Madrid y se desvive por el equipo, mientras Bale no habla, se refugia en los palos de golf, se comunica solo con Barnett, se repone en Madrid para la próxima fecha FIFA y cobra cerca de 22 millones de euros por año.
Tres grandes momentos en su carrera como madridista y una Chilena en Kiev en la final de Champions adornan su paso por la Casa Blanca. Un precio muy alto por un gran jugador con musculatura de cristal.