Está claro que los intereses económicos privan por encima de las necesidades humanas. No estoy descubriendo nada nuevo y menos viniendo de dirigentes deportivos del fútbol que por esta época sienten como adelgazan sus cuentas bancarias producto de una pandemia que jamás estuvo programada ni prevista.
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La UEFA se ha encargado semanalmente de proveernos información y quizás la calentura que los dirigentes de la entidad tienen después del anuncio de algunos Clubes que siguen pensando en la Superliga, ha llevado a estos “genios” administrativos del fútbol a pensar que la Eurocopa no podía soportar un nuevo aplazamiento. El pánico de la UEFA a la Superliga es tal que ya se imaginaron en el futuro sus eventos sin las estrellas de sus selecciones que militen en los equipos que ellos y la FIFA amenazan con desafiliar.
Lo cierto es que el pasado miércoles una reunión telemática de la UEFA con las 12 federaciones europeas que pretenden organizar la Eurocopa 2020 generó la noticia que la Euro sí se realizará como estaba prevista desde el 2014 en las 12 ciudades europeas que ya se habían elegido para el evento.
No importa que la pandemia aún azote y atemorice al mundo. Lo que interesa a los dirigentes del fútbol es no detener el flujo de billetes que genera el evento cuando el planeta más intimidado está por los rebrotes de un enemigo oculto y silencioso para el que ya hay vacuna, pero un enemigo del que hay que seguir teniendo respeto y alta dosis de cuidado.
Hace solo unos días Stefan Effemberg, un notable exjugador de fútbol alemán, sugirió para salvar el evento una “burbuja teutona” en la denominada zona del Rin-Ruhr, pensando en que en un radio de 100 kilómetros se encuentran seis estadios de primer mundo en los que se juega la Bundesliga y justo en un punto de Alemania en donde parece estar más controlado el tema del brote COVID-19. Gelsenkirchen y Dortmund como sedes principales y añadir dentro de ese radio Dusseldorf, Colonia, Leverkusen y Monchelgladbach. Pero si se necesitan mas estadios dentro del mismo marco se podrían agregar Duisburgo y Bochum.
Pero no. El poderoso Aleksander Ceferin prefiere aferrarse a su modelo inicial de 12 ciudades para pasear el circo del sexagésimo aniversario de la UEFA. Como casi todos los nuevos y extravagantes ricos del planeta su cumpleaños 60 será cuando cumpla 61.
Este circo no tendrá leones, ni elefantes y menos jirafas, pero si deberá contar con muchos magos y grandes equilibristas para mantener la función a flote en cada una de las sedes con las restricciones actuales y las obligaciones sanitarias que imagino exigirán los países a los que el “Circo” llegue.
Pasear el fútbol ahora es pasear un virus galopante y una actitud tan arrogante como irresponsable, pero no debemos extrañarnos de ello cuando quienes toman estas decisiones piensan con el talonario de su chequera y jamás en los intereses de las comunidades.
Amamos el fútbol, pero creo que es hora de decirle a los dirigentes que también amamos la vida, que necesitamos estar saludables y que sus intereses son solo de ellos. El ejemplo más cercano está en Japón, donde una población consciente está presionado desde la base comunitaria para que los Juegos Olímpicos se reprogramen una vez mas o se aplacen a pesar de los discursos muy convenientes del primer ministro Yoshihide Suga, quien por cierto fue seriamente reprendido el pasado miércoles por el parlamento japonés justo por haber salido a hablar para proteger intereses.
Igual la UEFA seguirá su agenda y las 12 sedes, Amsterdam, Baku, Bilbao, Bucarest, Budapest, Copenhague, Dublin, Glasgow, Londres, Munich, Roma y St Petesburgo ya recibieron la “bendición” de la entidad para seguir con los preparativos.
¿Apuesta irresponsable? Sí. O quizás la UEFA conoce algo de la Organización Mundial de la Salud que nosotros desconocemos. Una apuesta a futuro con un mundo dentro de cuatro meses en perfecto estado de salud. Ojalá y así sea y nos den una lección de optimismo para creerles a futuro.
El milagro de la salud universal es un sueño del planeta al que la UEFA apuesta con denodado optimismo. Quiero que ellos, sus dirigentes, tengan la razón. Seré el primero en reconocerlo. Por ahora insisto su actitud es irresponsable.