El británico Tyson Fury menospreció a un rival que en su debut no sólo lo mandó a la lona, sino que de pasó puso en tela de juicio su prestigio como campeón mundial de los pesos Pesados y le dejó un recuerdo en el ojo izquierdo que durante varios días lo hará pensar sobre su futuro.
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El camerunés Francis Ngannou, exídolo del UFC y quien debutó en el boxeo profesional, puso a temblar a los principales organismos que rigen a este deporte cuando mediante un gancho de izquierda en el tercer round mandó a la lona al temido Tyson Fury quien, siendo dos años menor que su oponente, ante los ojos de la afición estuvo cerca de perder el combate, pero gracias a un apretado veredicto de los jueces se llevó la victoria.
Después de 10 episodios, el monarca universal terminó desesperado por haber aceptado enfrentar a un auténtico león africano quien apunto estuvo de dar la gran sorpresa en Riad, Arabia Saudita.
El hecho de que a un monarca universal del prestigio de Tyson Fury, con 34 peleadas ganadas de 35 disputadas, le haya marcado el ojo izquierdo y la frente un debutante, es para reflexionar sobre la credibilidad de las clasificaciones y de los retadores oficiales quienes aspiran ha contender por un cinturón.
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Quizá para borrarle de inmediato el susto Fury muy probablemente se le asignará un próximo combate frente a un rival más suave con el cual tenga oportunidad de lucir, pues de lo contrario la división de los Pesados estará en problemas, esto debido a que el resto de los candidatos al título o ya vivieron sus mejores días o están muy verdes para prestarlos como indiscutibles campeones.
La realidad es que la actuación de Francis Ngannou dejó muy mal parada a la tambaleante credibilidad del boxeo, donde los responsables son los insaciables promotores y los permisibles directivos de los organismos rectores del deporte.