NUEVA YORK (EFE).- El exabridor Don Larsen, quien alcanzó las alturas de la gloria del béisbol cuando lanzó el único juego perfecto en la historia de la Serie Mundial, en 1956, con los Yankees de Nueva York, murió el miércoles por la noche, a la edad de 90 años, de acuerdo a la información ofrecida por su representante, Andrew Levy, a través del Twitter.
Levy dijo que el exlanzador murió de cáncer de esófago en cuidados paliativos en Hayden (Idaho) y que fue el hijo de Larsen, Scott, quien confirmó la muerte de su padre.
Larsen se convirtió en el profesional más improbable en lograr lo que tantos miembros del Salón de la Fama no pudieron conseguir en el Clásico de Otoño.
Cuando concluyó su carrera, al margen del partido histórico, la marca que estableció fue perdedora (81-91) y nunca ganó más de 11 partidos en una temporada, además de concluir su andadura en las Grandes Ligas con Baltimore, donde terminó con marca de 3-21 después que los Yankees lo traspasaron en un operación en que estuvieron envueltos 18 jugadores.
The world is less “perfect” today. Don Larsen, the only man to pitch a perfect game in World Series history, is gone. Goodbye, my friend. We will miss you! @dcone36 @BoomerWells33 @Yankees @MLB @YESNetwork @WFAN660 @MLBNetwork @espn pic.twitter.com/X9X9y3gbSM
— Andrew Levy (@ALevyNYC) January 2, 2020
En la Serie Mundial de 1956, ganada en siete juegos por los Yankees, Larsen fue castigado en la segunda entrada del Juego 2 por los Dodgers de Brooklyn y no pensó que tendría otra oportunidad de lanzar.
Pero cuando llegó al Yankee Stadium, en la mañana del 8 de octubre, encontró una pelota de béisbol en su zapatilla deportiva, la señal del piloto del manager Casey Stengel de que comenzaría el Juego 5.
“Debo admitir que me sorprendió”, escribió Larsen en su autobiografía. “Sabía que tenía que hacerlo mejor que la última vez, mantener el juego cerca y de alguna manera darle a nuestro equipo la oportunidad de ganar. Casey estaba apostando por mí y estaba decidido a no decepcionarle esta vez”.
Los Dodgers y los Yankees se dividieron los primeros cuatro partidos y los instintos del piloto de los Yankees demostraron ser históricamente correctos.
El serpentinero derecho ponchó a siete, solo necesitó 97 lanzamientos para controlar a los Dodgers y se fue a tres bolas con un bateador solo una vez, contra Pee Wee Reese en la primera entrada.
Luego los Yankees, que solo pegaron cinco imparables contra el abridor Sal Maglie, de los Dodgers, anotaron con el jonrón del legendario Mickey Mantle y un sencillo impulsador de Hank Bauer para llevarse la victoria por 2-0.
We are deeply saddened to learn of the passing of Don Larsen, who remained a welcome & familiar face at our annual Old-Timers’ Day celebrations. The Yankees organization extends its deepest condolences to Don’s family and friends during this difficult time. He will be missed. pic.twitter.com/OgOdofzSTS
— New York Yankees (@Yankees) January 2, 2020
Larsen, que acabó como el ganador del premio de Jugador Más Valioso (MVP) de la Serie Mundial de 1956, tuvo dos situaciones en que estuvo cerca de perder el juego perfecto.
En la segunda entrada, Jackie Robinson pegó una rola por tierra que fue desviada por el tercera base Andy Carey al campocorto Gil McDougald, quien sacó out a Robinson.
En el quinto episodio, Mantle corrió a los profundo del jardín izquierdo y central para capturar un batazo de Gil Hodges.
Luego en el noveno, con dos outs, el bateador emergente Dale Mitchell recibió un tercer strike, completando el juego perfecto y enviando al legendario receptor Yogi Berra a correr por detrás del plato para saltar a los brazos de Larsen.
Su celebración sigue siendo una de las imágenes más alegres del deporte del béisbol de las Grandes Ligas.
“El juego perfecto de Don es un momento decisivo para nuestra franquicia, que resume una era de éxitos de los Yankees y se clasifica entre las mejores actuaciones de un solo juego en la historia de las Grandes Ligas”, tuitearon los Yankees a través de un comunicado nada más conocer la muerte de Larsen.
“La alegría absoluta reflejada en su abrazo con Yogi Berra después de la salida final del partido siempre tendrá un lugar seguro en la historia de los Yanquis. Fue el pináculo del éxito del béisbol y un recordatorio de las cosas increíbles e inolvidables que pueden tener lugar en un campo de béisbol”, expresó el comunicado.