Obdulio Varela es mucho más que un futbolista, es más que un jugador que se entregaba por la camiseta, se trata del máximo símbolo del fútbol uruguayo, sin él, la esencia de la garra charrúa no se entendería hoy.
Desde niño estuvo pegado a una pelota, pasaba las tardes de su infancia en las calles de La Teja, su barrio de toda la vida, hasta que se hizo joven y aún pegado a la pelota combinó su pasión por el fútbol con la albañilería para dar una mano a sus padres.
Obdulio Varela comenzó su carrera en Deportivo Juventud, pasó un par de años en Wanderers y sus años de gloria los vivió con la camiseta de Peñarol en donde de recibió de caudillo y comenzó a convertirse en la leyenda que conocemos ahora.
Curiosidades de la vida, Varela se casó con Catalina Keppel, húngara, el mismo país que le provocaría su tristeza más grande dentro de una cancha y ella también fue quien le dio una perspectiva diferente de la vida al enseñarlo a leer y escribir, según cuentan con las canciones del gran Carlos Gardel del era un gran aficionado.
Obdulio Varela y una frase mítica
Con la adrenalina de enfrentar a más de 200 mil brasileros en un Maracaná ardiendo, el ‘Negro Jefe’ no tuvo una mejor idea que hablar con sus compañeros y para bajar la tensión les dejó un mensaje que tradujeron a la perfección.
“Los de afuera son de palo”, le dijo Obdulio Varela
Esa frase fue una inyección anímica para sus compañeros que ante la mirada atónita de un Maracaná en silencio, consiguieron el más increíble de los resultados en la historia de los deportes, derrotaron a Brasil para conseguir su segunda Copa del Mundo y patentar el ‘Maracanazo’ que hasta hoy le pesa en la espalda a Brasil
Su andar en Copas del Mundo terminó en Suiza 54′, con Uruguay llegando hasta semifinales pero con más corazón que fútbol y con una lesión que no lo dejaba mostrar su mejor nivel.
Encima se que tras el gol, Obdulio Varela se lesionó y terminó con un desgarro que le impidió estar en condiciones para la siguiente fase.
En cuartos de final Uruguay eliminó a Inglaterra y en semifinales les tocó la mala fortuna de medirse a la que hasta ese momento era conocida como la selección más fuerte del mundo, Hungría los derrotó en un partido épico y aún se dice que en los pasillos del Estadio Olímpico de la Pontaise se escucha el lamento del ‘Negro Jefe’ que se fue llorando y lamentando no llegar a otra final de un Mundial.