En un día como hoy (18 de agosto de 1934) nació el astro puertorriqueño Roberto Clemente, quien falleció trágicamente en un accidente aéreo el 31 de diciembre de 1972 mientras se disponía a llevar productos de primeros auxilios a una Nicaragua afectada por un devastador terremoto.
- El gran legado de Clemente en Pittsburgh
VIDEO: Roberto Clemente sigue vivo en Pittsburgh
GALERÍA Un museo de recuerdos de Roberto Clemente
Una copa de vino con Clemente
VIDEO: Un secreto en el Museo de Roberto Clemente
Por el día de hoy es importante recordar sus triunfos como beisbolista, las Series Mundiales del 1960 y 1971, las atrapadas espectaculares, su poderoso brazo fusilando a un corredor en las bases y el momento que conecta su imparable número 3,000, entre otros.
Fue una leyenda dentro y fuera del terreno de juego. Dentro del diamante Clemente fue un general y por eso está en el Salón de la Fama del Béisbol. Terminó con un promedio de por vida de 312 con 240 cuadrangulares y 1,305 carreras impulsadas en 18 temporadas con los Piratas. Además, consiguió cuatro títulos de bateo, 12 Guantes de Oro por su excelencia defensiva en el jardín derecho, un galardón de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional (1966) y el Más Valioso de la Serie Mundial del 1971.
Y fue el undécimo pelotero en la historia en entrar al club de los 3,000 hits –quedándose justo en ese mágico número. Es como si los Dioses del béisbol le hubiesen otorgado el honor de recibir a los futuros miembros del club.
Sin embargo, el legado de Clemente no se resume en números. Es mucho más.
Ayudó a abrirle las puertas a los latinos y fue un portavoz contra el discrimen existente en su época. Quién no recuerda a Clemente en plena entrevista por televisión nacional durante la celebración del título de la Serie Mundial del 1971 atreviéndose a hablar en español.
“En el día más grande de mi vida, para los nenes la bendición mía y que mis padres me echen la bendición”, fueron las palabras de Clemente en aquel entonces sin saber que se convertiría en inspiración para una futura generación de jóvenes puertorriqueños y latinoamericanos que le siguieron los pasos.
Su legado también vive en el trabajo caritativo que dentro y fuera de Estados Unidos realizan los peloteros tanto en la ciudad donde juegan como en sus países. Por algo, las Grandes Ligas otorga anualmente el premio que lleva su nombre a un jugador entre 30 nominados -uno de cada equipo- que ejemplifica el valor de ayudar a otros.
“Cada vez que se tiene la oportunidad de hacer el bien y no se aprovecha, estamos desperdiciando nuestro tiempo en la Tierra”, dijo Clemente en una ocasión.
Son palabras sabias e inspiradoras del cuál todo ser humano debe tener presente en su diario vivir. Es lo que Clemente pensó aquel 31 de diciembre cuando decidió hacer el viaje a un país hermano en lugar de quedarse junto a los suyos para celebrar la llegada del año nuevo.
Por eso, su espíritu vive hoy día al cumplirse otro aniversario de su nacimiento. Vive en Puerto Rico y en Pittsburgh donde aún lo idolatran, y también en cada jugador que tiende su mano a ayudar a los necesitados, y en cada escuela y parque alrededor del mundo que lleva su nombre como recordatorio de su gran sacrificio.
Ese es el verdadero legado de Clemente. Y, hoy, día de su nacimiento, lo recordamos y lo valoramos más que nunca.