Julio César Chávez es una deidad en el boxeo de México. Luego de quebrar la resistencia de rivales que se consideraban inquebrantables como Edwin Rosario, Héctor “Macho” Camacho, Roger Mayweather y Meldrick Taylor, el mexicano vivió su primera caída frente a Frankie Randall, que arrebató su invicto en 1994.
Sin embargo, aunque este revés terminó por mancillar su récord, ya otras caídas habían mancillado su vida: las drogas y el alcohol.
En México a los campeones no se les separa por categoría, sino al contrario todos serán separados por un “AC/DC”: un antes y después de Chávez.
Su marca oficial es de 107-6-2, pero técnicamente él nunca se retirará, porque el deporte lo pide tanto como él a su deporte.
Por eso, ya en la realidad del retiro, Chávez reconoce que las drogas y el alcohol lo llevaron al peor infierno en la vida. Un infierno que ni siquiera sus más feroces rivales pudieron conducirlo.
“Las drogas me llevaron al infierno”, es la frase más icónica del Cesar del Boxeo. Quien en su momento fuera adorado por toda una nación que incluía políticos como el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, o bien los capos más poderosos del narcotráfico como Amadeo Carrillo el “Señor de los Cielos”.
En sus mejores tiempos su país se rindió a sus pies, lo que le valió para sostener romances con actrices de la talla de Thalía y la misma Salma Hayek.
Según palabras del mismo Chávez, fue luego de la victoria ante el “Chapo” Rosario en donde probó la cocaína. Pero fueron los años venideros los que agudizaran el problema que lo llevaron a internarse varias veces para rehabilitarse.
En Tijuana se le vio en distintas oportunidades vagando en la calle como cualquier mortal, perdido luego de semanas ininterrumpidas de fiesta Y así llegaron muchas cancelaciones a eventos privados, por sus problemas con las drogas y el alcohol. La pérdida de contratos y problemas con el fisco, ante la poca atención que le ponía a su carrera.
En el 2005, Chávez se subió por última vez a un ring profesionalmente y lo hizo perdiendo ante el desconocido Grover Wiley, en lo que supuso su adiós definitivo al boxeo, en donde terminaba su historia y comenzaba el mito.
De hecho, sus presentaciones de exhibición ante Jorge “Travieso” Arce dejan mejores taquillas que otras carteleras con peleadora vigentes.
En el 2010 el UFC invitó a Chávez para acompañar al entonces retador al título de los pesados del UFC, Caín Velasquez. La respuesta fue que el campeón había recaído y estaba en rehabilitación.
Y desde su retiro en el 2005, el sinaloense ha vivido de recaída en recaída hasta que recientemente ha decidido abrir su corazón y comentar todos el daños que las drogas le hicieron a su carrera.
“Yo nunca use las drogas para mejorar mi rendimiento. Al contrario, estas perjudicaron mi carrera”, es la defensa más directa del ex boxeador que parece finalmente haber vencido los demonios del pasado.