Guatemala, 5 feb (EFE).- Detenida por la pandemia de covid-19 en marzo pasado, la actividad ha vuelto a los diamantes guatemaltecos de softbol y con ella el alivio de más de 230 jugadores extranjeros de 14 nacionalidades de América que participan en sus 13 divisiones.
Para la categoría mayor masculina, la de mayor proyección económica y mediática y considerada una de las 22 mejores del mundo y de las más competitivas de la región, volver, aunque sea sin público, ha sido vital tanto para la organización, como para sus principales figuras.
Talentos como los lanzadores hondureños Pablo Delgado y Héctor Fernández, o el argentino Juan Potolicchio, que hablaron con Efe esta semana, dijeron sentirse entusiasmados por el retorno al ruedo, aunque este sea sin público y con el uso de mascarilla, como parte de los protocolos contra la covid-19.
Además de estos jugadores de la máxima división, el regreso de la actividad impacta a una veintena de mujeres y más de 200 softbolistas que juegan en Guatemala originarios de Venezuela, República Dominicana, Nicaragua, Cuba, Colombia, Chile, El Salvador, Panamá, Antigua y Barbuda, Estados Unidos, México y Perú
UN DUELO DE AMIGOS HONDUREÑOS
Los hondureños Delgado y Fernández saltaron el pasado martes al diamante Carlos Cano, ubicado en la acaudalada zona 15 de la capital guatemalteca, como parte del reinicio del torneo de la categoría absoluta.
Los amigos se enfrentaron como lanzadores iniciales de las novenas de Piratas 91 y Butter Brothers. La suerte se decantaría del lado de Delgado, cuya fortaleza se centra en las bolas rectas y las curvas altas o la denominada ‘riser’.
Delgado, de 29 años, nació en Honduras pero cuando no está en Guatemala vive en Costa Rica, de donde además es seleccionado nacional.
El deportista asegura estar “muy motivado siempre, porque el nivel es muy alto, muy competitivo y exigente (en la liga guatemalteca). Juego también en Costa Rica y Honduras, pero el nivel más fuerte de la región es aquí”.
Delgado llegó a Guatemala contactado por otro hondureño que lo trajo hace tres años, directo al equipo Butter Brothers y recuerda con alegría lo vivido en el país.
Fernández, por su parte, tiene dos años de estar en Guatemala, donde “me he acoplado muy bien, aunque lo único que me ha afectado es el clima pues es bien helado y de donde yo soy (Puerto Cortés) es bien cálido.”
Durante su paso por Guatemala, Fernández señala que ha “subido” su nivel, dice, y ha visto progresar también su desarrollo en la selección nacional hondureña, donde juega desde que tenía 18 años, hace cinco.
El atleta asimila la vuelta a la acción como una oportunidad de pulirse. “No tengo planeado irme (para visitar a su familia), hasta que la cosa esté más segura en mi país”, confirma.
Mientras tanto sigue cuidándose de los contagios, y de no decaer en la rivalidad con su amigo, a quien le recordó antes de lanzamiento inicial: “No importa quien gane, sino dar un buen juego”.
EL REY ARGENTINO
Pero quizás la figura más sobresaliente de la liga es el argentino Juan Potolicchio, campeón del mundo en 2019 con su país y principal apuesta del equipo Lanquetin para continuar la gloria que mantiene desde hace 16 temporadas.
Potolicchio llegó a Guatemala como jugador profesional en 2017, pero ya conocía los pormenores del softbol guatemalteco pues dirigió a la selección mayor local entre 2010 y 2013. Y a partir de entonces, “en el ámbito deportivo, laboral, de amistad y familiar fue una conexión muy hermosa” con Guatemala y la liga.
“Es muy bueno el sóftbol en Guatemala en lo que se refiere al volumen de jugadores que tiene. La liga tiene muchas categorías, desde las más recreativas a las más competitivas”, cuenta el veterano argentino a pesar del reinado de su equipo desde hace 16 años, una racha que casi pierden en 2018.
Después de la decimoquinta liga ganada en fila en 2020, el equipo del argentino perdió la oportunidad de ampliar la vitrina de triunfos, por la suspensión de los torneos debido a la covid-19.
“Ha sido muy difícil la pandemia para todo el mundo. En el ámbito deportivo, la incertidumbre fue el catalizador para muchos problemas institucionales. No sabíamos que podríamos mantener el campeonato. Íbamos de 15 días, mes a mes viendo qué se podía hacer. Estábamos esperando para jugar en julio o tal vez en octubre y lo logramos hasta enero”, resume.
Ahora, tras el reinicio en enero de la actividad local, vendrá la clasificación como campeón reinante para el próximo mundial. El argentino espera mantener el ritmo, al igual que el hondureño Fernández y el hondureño-costarricense Delgado, en un deporte que busca seguir en ascenso en el país centroamericano.
Emiliano Castro Sáenz
(c) Agencia EFE