A veces, los errores no necesitan explicaciones. Solo necesitan una noche como la del miércoles en el American Airlines Center para quedar expuestos en toda su magnitud. Luka Doncic volvió a la que fue su casa durante seis años y medio, y lo hizo como rival… pero también como tormenta.
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El esloveno, que fue el rostro de los Mavericks desde su llegada a la NBA en 2018, pisó por primera vez el parqué de Dallas como jugador de los Lakers, y lo hizo con la carga emocional de un homenaje que lo llevó a las lágrimas. La franquicia texana le dedicó un emotivo video antes del inicio del partido, repasando sus momentos más memorables: su elección en el draft, sus triples imposibles, su liderazgo en las Finales de la temporada pasada. Doncic, conmovido, se cubrió el rostro con una toalla mientras la afición se rendía ante él una vez más, como si nunca se hubiera ido.
Pero en cuanto el balón subió al aire, la nostalgia se convirtió en determinación. Doncic firmó uno de los partidos más brutales de su carrera, como si su intención fuera recordarles a todos –a los dirigentes, al cuerpo técnico y a los aficionados– que su salida fue un error de proporciones históricas. Anotó 45 puntos, con 16 de 28 en tiros de campo y 7 de 10 en triples, sumando además ocho rebotes, seis asistencias y cuatro robos. Un recital que no solo silenció a sus detractores, sino que selló la clasificación de los Lakers a la postemporada.
Su actuación fue una combinación de talento, orgullo y mensaje. Cada canasta parecía una respuesta a la decisión que sacudió la NBA el pasado 2 de febrero, cuando los Mavericks enviaron a Doncic a Los Ángeles a cambio de Anthony Davis. En su momento, la operación generó sorpresa y polémica. Hoy, tras esta actuación, parece simplemente una catástrofe deportiva para Dallas.
LUKA DONCIC TONIGHT:
45 POINTS
8 REBOUNDS
6 ASSISTS
4 STEALS
7 3PM
57% FG(Via @realapp_ ) pic.twitter.com/FYXlKkf2oB
— NBACentral (@TheDunkCentral) April 10, 2025
En la grada, entre los aplausos, también estaba Dirk Nowitzki, leyenda de los Mavs y campeón en 2011. Aplaudió a Doncic con una sonrisa, tal vez consciente de que lo que estaba presenciando era historia, pero también un recordatorio doloroso de lo que Dallas dejó escapar.
“Siempre llevaré a Dallas en el corazón”, dijo Doncic brevemente después del partido, evitando hablar del traspaso. Pero no hizo falta. Su juego habló por él.
Con su actuación, Doncic no solo guio a los Lakers a una victoria clave. También dejó claro que su legado en Dallas sigue vivo, aunque ahora vista de púrpura y oro. Y lo más contundente: demostró que dejarlo ir fue, quizás, el peor error en la historia reciente de los Mavericks.
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