El 28 de noviembre es una fecha que el fútbol no puede olvidar. Conmemoramos el noveno aniversario de la tragedia aérea que puso fin, de la manera más abrupta y dolorosa, al sueño del Chapecoense. Esa fatídica noche de 2016, el vuelo de la aerolínea LaMia 2933 se estrelló en las colinas de La Unión, Colombia, a pocos kilómetros de Medellín, su destino final. El equipo viajaba para disputar la final de la Copa Sudamericana.
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En el siniestro perdieron la vida 71 personas, incluyendo casi todo el plantel profesional, el cuerpo técnico completo, directivos del club y, trágicamente, a 20 periodistas que cubrían la hazaña deportiva. La magnitud de la pérdida fue demoledora, dejando una herida abierta y un profundo vacío en la pequeña ciudad de Chapecó, en el estado de Santa Catarina, Brasil.
El club había logrado una ascensión casi milagrosa desde la Serie D, la cuarta división, hasta la élite en tan solo siete años. Sin embargo, el sueño no pudo cumplir, luego del trágico desenlace de ese vuelo.
Uno de los momentos más trágicos del fútbol pasó hace 9 años, el Chapecoense iba a jugar su primera final internacional y todo lo que pudo salir mal, salió mal.
El mundo del fútbol los recuerda. pic.twitter.com/AjZS9xGrLI— Ferreirista de la Fiera 🎓 (@lafieraferreira) November 28, 2025
Chapecoense, el campeón sin sus campeones
La respuesta del Atlético Nacional, el equipo rival que esperaba en la final, fue un gesto que se grabó en la historia. El club colombiano solicitó formalmente a la CONMEBOL que el título de la Copa Sudamericana fuera otorgado al Chapecoense.
El Atanasio Girardot de Medellín se llenó de miles de almas vestidas de blanco y verde para rendir tributo a las víctimas, en una vigilia que se sintió como una despedida familiar. Poco después, el funeral colectivo en el Arena Condá de Chapecó, bajo una lluvia persistente, simbolizó el luto de toda una nación y del planeta fútbol.
En medio del desastre, se produjeron milagros de vida. Tres futbolistas sobrevivieron: Alan Ruschel, Hélio Neto y el arquero Jakson Follmann. Su camino de regreso a la vida ha sido una batalla épica, marcada por largas rehabilitaciones físicas y el inmenso peso psicológico de la supervivencia. Ellos son la conexión tangible con el equipo que se fue, asumiendo el rol de guardianes de la memoria.
La Associação Chapecoense de Futebol enfrentó entonces la tarea titánica de la reconstrucción institucional y deportiva. El club tuvo que apoyarse en la base y en jugadores cedidos para poder volver a competir. La presión ha sido constante, pues deben mantener la competitividad mientras gestionan el legado emocional y el recuerdo.
A lo largo de estos nueve años, la institución ha navegado por un camino inestable, con descensos a la Serie B y luchas por regresar a la élite del fútbol brasileño. Sin embargo, en cada desafío deportivo, el espíritu de los héroes de 2016 se mantiene como motor.
El Chapecoense de hoy es más que un equipo de fútbol; es un símbolo universal de lucha, resistencia y la capacidad humana de levantarse desde las cenizas. Su legado es una cátedra conmovedora sobre la fragilidad de la vida y el inmenso poder de la solidaridad. Hoy, el grito de “Vamo, vamo Chape” resuena más fuerte que nunca, asegurando que los “Guerreros” seguirán volando alto por siempre en la memoria colectiva del deporte.
🕊️🏆Hoy se cumplen 9 años de aquella tragedia aérea que sufrió Chapecoense en la previa a la final de la Copa Sudamericana.
Solo muere aquel que es olvidado dicen. Y ustedes vivirán siempre en la memoria de todos los futboleros. Eternos heroes pic.twitter.com/0aXwy59Yw3
— BRASILEIRAO ARGENTINA 🇧🇷🇦🇷 (@BrasileiraoAR) November 28, 2025