Black History Month

Hank Aaron, el legendario toletero del béisbol

En medio de una época de gran tensión racial, Hank Aaron se convirtió en una de las grandes estrellas del diamante y rompió él famoso récord de jonrones de Babe Ruth

Este artículo se publicó originalmente en febrero de 2022 como parte de un proyecto para celebrar el legado y valiosa aportación de los deportistas afro latinos con motivo del Mes de la Historia Afroamericana. Hoy, lo volvemos a publicar siguiendo el mismo propósito.

Cuando se menciona el nombre de Hank Aaron es imposible no recordar una de las imágenes deportivas más icónicas de todos los tiempos.

Aaron se acomoda en el cajón de bateo en el Atlanta-Fulton County Stadium, conecta un largo batazo y comienza a correr las bases después de conectar su jonrón 715 para romper la marca de todos los tiempos de Babe Ruth, y detrás de él le siguen dos jóvenes que habían saltado al terreno para darle palmaditas de felicitación en la espalda.

Ese fue el momento en que finalmente el legendario toletero, más conocido como “Hammerin Hank” por sus poderosos batazos, recibió su merecido reconocimiento como uno de los grandes del diamante.

Hank Aaron (Foto EFE)

Aaron, quien falleció el 22 de enero del 2021, superó varias marcas durante su carrera de 23 años en las Grandes Ligas, incluyendo la de remolcadas, batazos de extrabases y bases totales, pero fue ese swing el 8 de abril de 1974 contra el lanzador zurdo Al Downing, de los Dodgers de Los Ángeles, que lo catapultó a estatus de leyenda.

El camino hacia conseguir la hazaña aquella noche le deparó una serie de amenazas de muerte y era siempre acompañado por guardaespaldas y tuvo que alejarse de sus compañeros de equipo por cuestiones de seguridad.

“Si yo fuese blanco, Estados Unidos estaría orgulloso de mí, pero soy negro”, lamentó un año después al referirse al récord que le quebró a Ruth, el ídolo blanco.

También guardó las miles de cartas que recibió con amenazas e insultos, como un recordatorio del abuso que tuvo que aguantar.

“Eran muy ofensivas (las cartas). Me decían ‘maldito negro’ y todo tipo de insultos. Esas cosas no se pueden ignorar, están allí. Pero así son las cosas para los negros en Estados Unidos. Es algo con lo que uno tiene que batallar toda la vida”.

Dejó su huella en Puerto Rico

Hank Aaron (Foto @CriollosCaguas)

Aaron fue descubierto por los Milwaukee Braves a los 17 años cuando realizaba una prueba con los Indianapolis Clowns, de las Ligas Negras en el 1951, y al final de esa campaña fue firmado por recomendación del escucha Dewey Griggs por un bono de $10,000.

El entonces jugador del cuadro estuvo dos años en las Ligas Menores acumulando un promedio de .353 con 31 cuadrangulares y 186 carreras impulsadas, y dejó una grata impresión, al punto, que los Braves lo enviaron a jugar en la liga invernal en Puerto Rico para continuar puliendo sus destrezas.

“La liga de Puerto Rico estaba repleta de lanzadores de las Grandes Ligas y era una buena oportunidad para mí y los Braves de averiguar cuan bueno yo era como bateador. También era una buena oportunidad para encontrar una posición para jugar”, dijo Aaron a Lonnie Wheeler, quien escribió su biografía.

Con los Criollos de Caguas (1953-54) bateó .324 con nueve cuadrangulares (empatado en el liderato) y 32 carreras remolcadas para ser pieza clave en la conquista del campeonato del torneo. Esa actuación fue el preámbulo a lo que sería una de las grandes carreras en las Mayores.

“No hay duda alguna que [Puerto Rico] fue un escalón en llegar a las Grandes Ligas. Me dio la confianza”, indicó Aaron, quien llegó a Puerto Rico como torpedero y terminó como jardinero derecho, posición que jugaría durante su carrera.

Aaron fue invitado al campo de entrenamiento de los Braves en el 1954 y, luego que Bobby Thomson se fracturó un tobillo durante un partido de exhibición, el manager de los Braves, Charley Grimm, lo insertó en la alineación e hizo el equipo. Y el resto es historia.

Una inolvidable carrera y récord

El toletero, que nació en Mobile, Alabama, el 5 de febrero de 1934, tuvo que lidiar con el racismo de aquella época, pero se ganó el respeto con su consistente producción. Bateó sobre los .300 en 14 ocasiones, pegó 30 jonrones o más 15 veces e impulsó 90 carreras o más en 16 ocasiones. También ganó tres Guantes de Oro y fue seleccionado para el Juego de Estrellas en 21 ocasiones.

En sus 23 temporadas en las Mayores, tuvo un promedio de por vida de .305 con 3,771 hits, incluyendo 755 jonrones y 624 dobles.

Su mejor temporada fue en el 1957 cuando bateó .322 con 44 jonrones y 132 carreras impulsadas y fue galardonado como el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, además de llevar a los Braves a su primer título de Serie Mundial desde 1914.

Sin embargo, no fue hasta 1973 que Aaron comenzó a recibir mayor atención mientras se acercaba a la marca de jonrones de Ruth y cuando finalmente rompió la misma llegó el esquivo reconocimiento ya que siempre estuvo lejos de la atención de la prensa en Milwaukee y Atlanta, sólo jugó en dos Series Mundiales.

“En mi época, los periodistas deportivos no respetaban a los peloteros a menos que jugaran en Nueva York o Chicago”, lamentó Aaron en una entrevista en 1999. “Si no eras de una ciudad grande, era difícil que se fijaran en ti”.

Aaron se retiró en el 1976 como líder de todos los tiempos en jonrones en Grandes Ligas con 755, y aunque su récord de bambinazos fue superado por Barry Bonds en el 2007, el exjardinero todavía tiene la marca de carreras impulsadas (2,297).

En el retiro se convirtió en una figura reverenciada y casi mítica, aunque nunca buscó los reflectores. Fue exaltado al Salón de la Fama de Béisbol en Cooperstown, New York, en 1982, en su primer año en la boleta, y se quedó corto por apenas nueve votos de ser el primero elegido de forma unánime.

Si bien será recordado por su desempeño en el diamante, también lo será por su manera de lidiar con las tensiones raciales de su época de jugador que sirvieron como ejemplo para toda una generación. El expresidente Bill Clinton afirmó que Aaron ayudó a forjar un ambiente de tolerancia racial.

Mike Schmidt, otro miembro del Salón de la Fama, describió a Aaron como “un hombre tranquilo, humilde, una superestrella de bajo perfil, que un jugador de los 70 como yo quería imitar”.

“El fue uno de mis ídolos de niño, y siempre será un ícono de la generación de la posguerra”, dijo Schmidt. “De hecho, si uno toma en cuenta todos los elementos involucrados y compara el juego de manera justa, su carrera nunca será superada”.

Unanimo Deportes

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