Los cuentos del poeta Entre Pelé y Garrincha”, Neymar

Nacido en el mismo club que Pelé, Neymar se emparentó a temprana edad al “astro Rey” a través de la conquista continental de la Libertadores y al delirio que provocaba cada una de sus mágicas presentaciones en el mítico Vila Velmiro.

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Corría el año 2011, exactamente uno después de su debut con el Peixe y el destino lo enfrentaba al mismo reto que vivió “O Rei” mucho tiempo atrás, final de ida de Copa Libertadores en el Centenario y la convicción de los aurinegros de Peñarol, de la doctrina histórica que les enseña que a los brasileños se les gana con garra, con personalidad y si hay que poner algo más se pone.

Darío Rodríguez, central uruguayo lo encontró a mitad de camino entre el ombligo de la cancha y el área, cumplió el mandamiento de que pasa el hombre o la pelota, pero los dos juntos no y ante un acto de fantasía de Ney, lo bajó sin lástima y se fue. Amarilla para Darío, que pensaba erróneamente que eso había sido suficiente para calmar las ansias de protagonismo del garoto.

Neymar se arrimó al ejecutor, le pidió la pelota, la tomó y salió derechito a buscar otra vez a Rodríguez y lo dejó besando el pasto, en ese momento Darío y yo, que lo vivía a la distancia, supimos que la sexta para Peñarol, al menos por ahora, no llegaría.

Empate en Montevideo y amplia victoria en Santos y nuestro personaje comenzaba su carrera que parecía ser meteórica hacia la “Gloria”.

Dueño de una cadencia, propiedad solamente de las mejores bailarinas de escolas do samba y de Garrincha, se armó hasta los dientes con el escudo impenetrable de la desfachatez que no conoce del miedo y conquistó el corazón del Barcelona, mientras en Brasil ya juraban que había nacido de nuevo Pelé.

Con Messi y Suárez, no solo formaron rápidamente el mejor tridente de ataque del mundo, sino que además nacía una hermandad que parecía inquebrantable y, a decir verdad, hasta hoy perdura.

La Champions del 2014-15 bendijo dicha alianza y hasta el astro brasileño llegó a marcar el último gol de la final tan solo para aparecer en la historia, porque Suárez ya los había hecho campeones. Éxitos que hacían pensar que jamás se separaría y que el mundo del fútbol, primero el Real Madrid, iban a sufrir por años su reinado.

Pero la necesidad de llegar a ser “el nuevo Pelé”, incluido el soñado Balón de Oro, además de las ansias desmesuradas de riqueza de su padre, que sabía que tenía una mina de oro entre sus manos y le importaba más explotarla antes de que se agote a que Junior consiguiera ser el heredero natural de Messi.

Los continuos indicios de que el jugador adoraba más el zambódromo de Rio o las fiestas a ritmo de si eu te pego hasta el amanecer hicieron pensar al equipo catalán que no sería un mal negocio traspasarlo.

Contra la voluntad de los otros dos mosqueteros, pero con la anuencia de Ney porque en su fuero más íntimo sentía que la sombra de Leo no lo dejaría jamás cumplir con su sueño de arrebatarle o heredar un día su corona, hicieron que la oferta del PSG se hiciera imposible de rechazar y Ney marchó a la ciudad luz.

París lo vio encendedor todo su brillo, pero también por momentos se contagió de su indisciplina fuera del campo y apagones dentro del mismo.

Tristeza no teim fim, como dice la bossa nova y el 2010 lo vio fracasar en su Mundial sin la posibilidad de llegar a la fase decisiva por lesión. La medalla olímpica y la Copa América pasada no por asomo lo llevaron al lugar que toda su riqueza técnica. Su capacidad de esconder el balón hasta hacerlo invisible para el rival, para volver como por arte de magia a hacerlo aparecer de nuevo listo para convertir y festejar, nunca llegaron a depositar en sus manos ni la Copa del Mundo ni tan ansiado áureo balón.

Por eso es que juega cuando sus lesiones, sus ganas y distracciones lo dejan, mientras los CR7 y los Messi corren como Zeus a la cumbre del Olimpo.

Por eso este fenómeno nacido un 5 de febrero, nació en la misma cancha sagrada y con la misma camiseta del Rey Pelé, pero cada vez que se encienden las luces del carnaval, amenaza con abrazarse a la filosofía de jugar y vivir a lo Garrincha.

Para Bem, “esta historia seguramente continuara”

 Abrazo de gol

Leo Vega