Para llegar a la élite de cualquier deporte hace falta muchos sacrificios. Enfocarse en ese camino elegido y trabajar, trabajar muy duro. Se necesita talento, dedicación, esfuerzo y muchas horas de entrenamiento. De esta forma, la técnica se perfecciona y se corrige el mínimo error posible.
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Sin embargo, hay algunos casos en los que la búsqueda de la excelencia puede ser intensa y exhaustiva. Los métodos utilizados por parte de algunos de los entrenadores y técnicos pueden llegar a rozar la crueldad, si es que no traspasan claramente la línea.
El documental del 2017 de producción polaca, llamado Over the limit o en español Cruzando el límite, refleja la presión a la que se enfrenta la gimnasta rusa, Margarita Mamun, cuando se preparaba para los Juegos Olímpicos de Río de 2016. Pese a su poco éxito en el momento de su lanzamiento, ahora, tres años después de su rodaje, está dando mucho de qué hablar. Se debe a que la BBC Four la emitió anoche, dando pie a que el debate se abra nuevamente.
“No eres un ser humano, eres una atleta” Es una de las frases que dicen los entrenadores a Margarita Mamun. Frase que expresa a la perfección la idea que tienen sus técnicos en el entrenamiento, ya que para ellos, los errores son el peor crimen que se puede cometer. De ahí que sus palabras de “motivación” sean tales como: “Sois unas fracasadas”, “vaca tonta”(a una chica que pesa solo 50 kg y mide 1.70 m), “los atletas profesionales sanos no existen” (cuando Mamun se quejaba de un dolor) o “si no puede competir, que se vaya”.
Estas frases y muchas más recibía a diario Margarita y sus compañeras. Y aunque el documental se enfoca en los sentimientos de ella, hay un rol también muy importante y es el de Irina Víner.
It's a tragic mess but you should definitely watch if you haven't yet. https://t.co/QQHsvynONU pic.twitter.com/mfeSGU0b3g
— Pamchenkova (@Pamchenkova) July 21, 2020
Irina Víner fue gimnasta en su juventud y controla con mano de hierro su deporte en Rusia. Preside la federación nacional y es la jefa del equipo de entrenadores de la selección nacional, en la que ha conseguido formar un grupo casi imbatible. No en vano desde Sídney 2000 todos los oros en rítmica, tanto individual como por equipos, han sido rusos.
Su figura es alabada y temida a la vez. Sus alumnas, más que querer conseguir el triunfo, parecen esforzarse al máximo no solo para conseguir un elogio suyo, sino para evitar que les riña.
“Silencio. Temblabas mucho. Vete a la mierda. Lo has hecho de pena. Te han dado puntos por tener los ojos bonitos” Fueron las palabras que le dijo Víner a Mamun después de una competencia, tras no haber conseguido la medalla de oro. Además, al haber entendido que era una luchadora y luego considerar que no lo era dijo: “Si no puede competir, a la mierda, que se vaya. Si no luchas deberías irte al infierno”.
La fama de exigente que se ha ganado Irina Víner se refleja en el primer momento del documental cuando Margarita Mamun dice que le duelen las piernas y su otra entrenadora responde: “A ella no le importa. Tienes que estar en forma”, porque el foco estaba en ganar y solo ganar, sin importar las consecuencias. Tanto así que Víner llega a decir: “Hay que entrenarla como a un perro, necesita trabajar, trabajar y trabajar hasta que no pueda mantenerse en pie”, idea que resume su punto de vista.
La presión que recibe Margarita Mamun es tan alta que le ha afectado emocionalmente, al punto en que no se ve feliz durante sus entrenamientos. Comete más errores. Y esos errores la llevaron a recibir más broncas. Y por si fuera poco, no solo la culpa recae sobre ella, sino que le hacen saber que sus fallos afectan a los demás: “Cuando cometer errores la culpa recae sobre todos”.
No obstante, la intimidación de Irina Víner fue trasladad a un suceso muy emocional e íntimo de la gimnasta. Como tenía problemas para actuar como en una obra de teatro durante la competición, la famosa entrenadora rusa sabiendo que el padre padre de la atleta sufría de cáncer dijo: “Le he dicho que interprete una tragedia donde muere su padre, que cuando esté en el suelo imagine que reza a Dios para que las cosas salgan bien”, y de hecho, el padre de Mamun murió días después de los Juegos Olímpicos.
El documental nos hace reflexionar sobre hasta qué punto vale todo para conseguir la victoria. Aunque, el hecho de que Víner y sus colaboradoras permitieran a las cámaras estar ahí deja claro que, para ellas, sí que es la manera correcta de hacer las cosas. No solo no hay arrepentimiento alguno, sino que se muestra orgullosa.
La directora del filme, Marta Prus, no quiso enfocarse en lo éxitos de los deportistas de élite, sino en demostrar que sí son humanos, a pesar de que le dijeran lo contrario a Margarita.
“No quería hacer una película sobre el deporte, sino sobre el ser humano. Me quería concentrar en sus emociones [las de Mamun]. Veía su sufrimiento y su lucha, pero no que estuviera disfrutando. Pensé que si la mostraba compitiendo y obteniendo resultados, y luego feliz, no sería la verdad, sino propaganda. El camino es muy largo y la victoria, muy corta”.