Este artículo se publicó originalmente en febrero de 2022 como parte de un proyecto para celebrar el legado y valiosa aportación de los deportistas afro latinos con motivo del Mes de la Historia Afroamericana. Hoy, lo volvemos a publicar siguiendo el mismo propósito.
Escucha el podcast de ‘Panamá’ Al Brown
Era una típica mañana fría en la ciudad de Nueva York. Un par de policías realizaban su rondín, cuando en la calle 42, a tres cuadras de Times Square, encontraron sobre la banqueta a un pordiosero al borde de la muerte. Aquel maltrecho sujeto con una ataque de hipotermia, se trataba de uno de los mejores boxeadores de la historia: Alfonso Teófilo Brown, mejor conocido como ‘Panamá’ Al Brown. Una figura más que te presentamos durante el Black History Month.
Alfonso Brown conoció la pobreza al nacer y la miseria al morir. Fue el primer campeón mundial de boxeo hispanoamericano, pero además era latino, negro y orgullosamente homosexual, motivos por los que la mayor parte de su vida fue discriminado en América, pero aceptado en Europa.
Alfonso nació en 1902, en la provincia de Colón, Panamá. Aprendió el idioma inglés por su padre, Horacio Brown, quien fue un esclavo en Nashville, Tennessee, antes de ser liberado en 1865. Además hablaba francés, ya que su madre, Esther Lashley, era originaria de Martinica.
De niño era trabajador en una compañía en el Canal de Panamá, donde ganaba lo suficiente para comer. Ahí conoció el boxeo, durante las peleas improvisadas que organizaban los soldados estadounidenses. Aquel pequeño tan delgado como un palillo y con la piel tan oscura como la noche, se abrió paso en el mundo tan solo con sus puños.
Comenzó a entrenar boxeo, aprendió lo necesario para destacar en el terreno amateur y el 19 de marzo de 1922 tuvo su primera pelea como profesional, cuando venció por puntos a José Moreno. Continuó con el desarrollo de los principios básicos del pugilismo y en 1923 se mudó a Nueva York donde fue víctima de la discriminación por su color de piel y por sus “gustos en el amor”.
París deslumbró a Al Brown
Su carrera fue en ascenso. Al Brown era invencible, era un peso gallo atípico (1.80 metros de estatura y 52 kg de peso) su pegada era terrible e intimidante. En Estados Unidos ya nadie quería enfrentarlo por su fama de ser muy resistente y noqueador, por ello en 1926 y con récord de 40 victorias, cinco derrotas, cuatro empates y 17 KO, se marchó a París, Francia.
París le abrió los ojos a otro mundo donde no era rechazado por sus preferencias sexuales, las noches de bohemia eran infinitas y quedó cautivado por el mundo de las apuestas y la vida del cabaret. Además, su corazón quedó prendado a la “ciudad luz” porque conoció el amor en los brazos del poeta, escritor y cineasta francés Jean Cocteau.
El primer campeón latinoamericano
Al Brown volvió a Estados Unidos y el 18 de junio de 1929 le dieron la oportunidad de pelear contra el español Gregorio Vidal por el título mundial de peso gallo de la Comisión Atlética del Estado de Nueva York (NYSAC, por sus siglas en inglés). ‘Panamá’ tumbó en tres ocasiones a Vidal en el round 13 y al término de 15 asaltos, los jueces le otorgaron la victoria por decisión unánime. De esta manera, Alfonso Teófilo se convirtió en el primer latinoamericano campeón mundial de boxeo en la historia.
En 1930, una vez más estaba de vuelta en su amado París, pero los abusos de sus representantes, aunado a sus constantes juergas con la cantante Edith Piaf y el afamado pintor Pablo Picasso, entre otros personajes, pronto le contrajeron grandes deudas, a pesar de que subía al cuadrilátero cada 15 días.
Su amor por el cuadrilátero eran tan solo equiparable a su devoción por el escenario, incluso formó parte del espectáculo de cabaret La Revue Nègre, de la afamada artista Josephine Baker, con quien sostuvo una gran amistad. Pero los buenos momentos también fueron efímeros.
“Todas las noches bailo ‘claqué’ en el Caprice Viennois de la calle Pigalle. Divierto a esos juerguistas que en otro tiempo me consideraban uno de ellos, solicitaban mi compañía, mendigaban una muestra de interés. No siento vergüenza ni pena. Soy un hombre roto”, comentó Brown durante una entrevista.
Brown trató de tener éxito como empresario al abrir su propio cabaret con el apoyo de Jean Cocteau, quien al final lo abandonó al encontrar un nuevo amor en el actor Jean Marais. París se olvidó del “campeón”.
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Una vez más trató de refugiarse en Nueva York, donde comenzó a pelear a cambio de cualquier pago. Combatía contra boxeadores sin renombre a cambio de un dólar por round que se mantuviera de pie.
Retiro y muerte de Al Brown
Se retiró en 1942, tenía ya 40 años de edad. Acumuló un impresionante récord de 129 victorias (59 por nocaut), 19 derrotas y 12 empates. Arruinado y en la miseria, fue encontrado por un par de policías en las calles de Nueva York al borde la muerte y lo llevaron al hospital Sea View Hospital, donde murió por complicaciones de sífilis y tuberculosis el 11 de abril de 1951.
Se dice que el cuerpo del boxeador fue reclamado por algunos de sus conocidos neoyorquinos, quienes realizaron un rondín por los bares de mala muerte que frecuentaba el pugilista, con la finalidad de reunir dinero para su entierro. Al final, aquellos sujetos abandonaron el cadáver de Brown en la calle, cerca del mismo hospital donde murió.
En Estados Unidos nadie solicitó sus restos, en Francia tampoco les interesó. De acuerdo a Eduardo Arroyo, biógrafo de Brown, un grupo de personas en Panamá solicitó la repatriación de Al Brown, quien fue enterrado en la tumba 3,165, en el Cementerio de Amador, en El Chorrillo, donde al fin descansa sin pena ni gloria aquel boxeador que realizó 10 defensas ante ocho rivales, allá están los vestigios de uno de los 80 mejores boxeadores de los 80 últimos años (The Ring).
‘Panamá’ Al Brown, integrante del Salón de la Fama Internacional del Boxeo, una leyenda que lo tuvo todo y todo lo perdió también.