“El cielo es el límite”, una frase que está destinada para aquellos quienes alcanzan la gloria. Los Juegos Olímpicos fueron el escenario de sus épicas proezas. Fue ahí donde el hijo de Poseidón, el nadador Michael Phelps, plasmó el don que le fue otorgado por los dioses, y se baño en oro (23 medallas), plata (3) y bronce (2). Consiguió 28 preseas olímpicas, convirtiéndose en el atleta más laureado de la historia, una historia que estuvo a punto de cambiar gracias a Dionisio (dios griego del vino).
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La historia de Phelps en los Juegos Olímpicos es digna de contar. Su legado y su esfuerzo va más allá de las 28 preseas alrededor de su cuello, ya que también obtuvo una presea al superar el alcoholismo.
Phelps y su primer brazada contra el alcohol
Con apenas 15 años, Phelps ya destacaba entre los mejores nadadores del mundo en Sydney 2000, al ser el atleta más joven en el equipo olímpico de natación de los Estados Unidos, desde Ralph Flanagan en 1932. Si bien el estadounidense no logró colarse al podio, su quinto lugar en la prueba de los 200 metros le dio una probada al mundo de lo que era capaz de hacer en la piscina.
Cuando todo parecía un camino lleno de éxitos a sus 19 años, presumiendo sus 6 oros y 2 bronces en Atenas 2004, ‘La Bala de Baltimore’ cambió la ruta de su camino y su juventud al envolverse en el mundo del alcohol y fue arrestado mientras conducía bajo sus efectos y tuvo que cumplir con 18 meses de libertad condicional.
Fue una mancha enorme para Phelps como deportista y un ejemplo de persistencia para las nuevas generaciones; sin embargo, su honestidad ante el juez, de hacerse responsable por sus actos, incrementó la admiración hacia él.
Una depresión que casi le quita la vida
En pleno apogeo y con la etiqueta de “semidios”, en Beijing 2008 y Londres 2012, al llegara coleccionar 22 preseas olímpicas, Phelps había atravesado por otro lamentable momento: en 2009 fue retratado fumando una pipa con marihuana, lo que repercutió negativamente en su carrera deportiva y comercial. Pero el episodio que lo derrumbó por completo se presentaría cinco años después, con su estado de depresión tras una suspensión de seis meses y sin competir en el Mundial de 2015 debido a un segundo arresto por exceso de velocidad bajo la influencia del alcohol.
El máximo estandarte olímpico, ‘El Hijo de Poseidón’, también sufría emocionalmente como cualquier otro ser humano.
Michael encontraría la ayuda en su amigo Ray Lewis, exlinebacker de Baltimore Ravens, quien lo ayudó a superar aquella idea de suicido que se clavaba cada vez más hondo en su mente. Lewis fue su salvavidas, literalmente. “Estoy realmente agradecido que no me haya quitado la vida”, comentó Phelps en una entrevista.
El resurgir y el adiós definitivo
Phelps encontró la paz consigo mismo para regresar una última vez a su escenario favorito. Río 2016 sería la última contienda olímpica de Michael Phelps, la quinta en su historial. El nadador, ya con 31 años de edad, se despidió con cinco oros y una plata. Una digna despedida para el atleta más laureado en la historia de la humanidad, quien para superar su mortalidad y alcanzar el Olimpo, primero derrocó a Dionisio y sus falsos placeres.