El ex tenista Andre Agassi es uno de los íconos de la historia del deporte de la raqueta. ocho títulos de Grand Slam y su exaltación al Salón de la Fama de Tenis son evidencia de ello, pero no todo fue color de rosa en su carrera.
Agassi apareció en el circuito a mediados de la década del 80 con muy buenos resultados y a los 18 años, en 1988, alcanzó el cuarto lugar del ranking ATP con un look de adolescente rebelde, más asemejado a una estrella de rock por su peinado y su vestimenta.
- Muhammed Ali triunfó después de su exilio forzado del boxeo
CC Sabathia, el lanzador que venció a sus demonios fuera del diamante
Bethany Hamilton sobrevivió el ataque de un tiburón para triunfar como surfista
Sugar Ray Leonard regresó a la cima del boxeo luego de un retiro forzoso
Alex Zanardi: El Ave Fénix del automovilismo que ha inspirado al mundo
Magic Johnson, de leyenda de la NBA a leyenda del activismo por VIH
El resurgimiento de Josh Hamilton ante el ‘tormento’ de las adicciones
Brett Favre sobrevivió y triunfó ante la adversidad
César Andrade, el valor de reinventarse ante su tragedia
Años después, más maduro, alcanzó la cima del ranking mundial en más de una oportunidad, aunque tuvo varias idas y vueltas en su periplo por el mundo del tenis.
La carrera de Agassi fue exitosa, sin dudas, pero tuvo sus altibajos en los 21 años que duró. Su particular estilo y osadía lo llevó a combinar decisiones acertadas como erróneas, sobre todo en su juventud.
Muchas veces en la vida, uno se encuentra en una encrucijada cuando que hay que elegir entre dos caminos que llevan a lugares distintos. El Kid de Las Vegas sucumbió varias veces a los encantos efímeros de lo que dictaban sus emociones, que lo llevaron algunas veces a equivocarse en el camino elegido. Su trayectoria tenística se vio en jaque muchas veces por ese motivo, al igual que su vida personal.
En el plano deportivo, por ejemplo, optó por no asistir a Wimbledon en las ediciones de 1988 a 1990, por resistirse a la regla impuesta en el All England de vestir ropa blanca en la competencia, cuando él recién había impuesto los colores fluorescentes y los shorts de tela de jean.
Fue desafiante e irrespetuoso, pero se perdió tres ediciones de uno de los certámenes más prestigiosos. Reapareció en la tradicional cita británica en 1991, y al año siguiente pudo coronarse allí, con 22 años, en lo que fue su primer trofeo de los ocho que consiguió de Grand Slam. Sin ser un jugador de saque y volea, ideal para el césped, tenía mucha velocidad y buenos tiros desde la base, que le hubieran permitido sumar algún título más en la verde superficie londinense.
Su declive al abismo y renacer
A fines de la primera década de este milenio, Agassi publicó sus memorias en un libro al que llamó “Open” (Abierto), que recogió muchas críticas en el seno del tenis. La más polémica de sus confesiones fue reconocer que en un momento de depresión se acercó a una droga (Crystal) que le levantó el ánimo en niveles estratosféricos, que lo llevaron a competir fuera de su estado natural y que la ATP se lo notificó en privado, durante el año 1997.
Andre hizo su descargo con mentiras (según manifiesta en el libro) y la ATP lo encubrió. La posesión de Crystal está penada con cinco años de cárcel en los Estados Unidos, lo que habla a las claras del riesgo que corrió, no solo estaba en juego su carrera profesional.
La ATP decidió no sancionarlo, según lo narrado en “Open”, pero su nivel decayó ese 1997 y llegó a estar en el puesto 141 del ranking, después de arrancar el calendario anual en el 12do lugar. Participó de algunos eventos Challenger, segundo nivel del tour, ya que su clasificación no le permitía ingresar a las principales competencias.
En 1998 resurgió con todo y escaló muchas posiciones en el escalafón mundial, codeándose nuevamente con la elite del tenis. Hasta allí había ganado tres Grand Slams y se acercaba a los 30 años, época en que los tenistas comenzaban su declive.
Ese año fue bisagra, porque se alejó de las tentaciones que podían acabar con su carrera. Se divorció de la actriz Brooke Shields y pocos meses después inicia una relación con quien es su actual esposa, la ex tenista alemana Steffi Graf, ganadora de 22 Grand Slams y una de las leyendas del tenis femenino. Con la germana formó una familia y son padres de Gil Jaden y Jazz Elle, de 19 y 17 años, respectivamente.
En 1999 ganó Roland Garros por primera vez y completó el póker de Grand Slams, al menos tenía uno de cada uno y meses después volvió a ganar el Abierto de Estados Unidos. El círculo familiar creado con Steffi repercutió favorablemente en Agassi, que ganó tres veces más el Abierto de Australia en el nuevo mileno y se mantuvo expectante entre los primeros puestos del ranking, peleando mano a mano con las nuevas generaciones, que tenían nombres como Roger Federer, Lleyton Hewitt, Marat Safin y Juan Carlos Ferrero.
Llevó con dignidad su veteranía y estuvo cerca de coronarse a los 35 años en el Abierto de Estados Unidos, pero el suizo Federer lo postergó en cuatro sets en el año 2005. La temporada siguiente marcó su emotiva y recordada despedida de las pistas en su certamen favorito. Agassi dejó grandes enseñanzas, inclusive de lo que no hay que hacer, para que los más jóvenes no incurran en ellas.
Más allá de sus errores, que cerca estuvieron de hacerle naufragar la carrera, Agassi tuvo un sexto sentido que lo ayudó a ser previsor y dejar de ser “un accidente por ocurrir”, que lo ayudó a disfrutar de lo conseguido y seguir adelante con otros proyectos. Otras figuras públicas, de otros ámbitos también, en situaciones parecidas no pudieron seguir adelante con sus vidas.