Monica Seles tuvo una carrera fructífera y exitosa, desde muy joven, en el circuito femenino del tenis a finales de la década del 80′, pero por un escalofriante incidente su trayectoria terminó siendo lo más parecido a una montaña rusa, de las que aceleran muy fuerte y de repente se frenan para volver a arrancar con otra ruta.
Seles apareció en el mapa del tenis profesional en la temporada 1988, con apenas 14 años de edad y ganando algunos partidos ante jugadoras muy bien rankeadas, como la estadounidense Lori McNeill (12°). Los ojos del mundo se posaron sobre ella y le aventuraban un futuro de campeona.
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Al año siguiente, en 1989, alzó el primer título en Houston, sobre pistas de arcilla, derrotando en el cotejo decisivo a una leyenda de la raqueta como Chris Evert, ex número 1 del mundo y ocupante de la cuarta posición en el ranking de aquel entonces. Además, alcanzó dos finales más, en las que cayó frente a la checa/estadounidense Martina Navratilova (2°) en Dallas y ante la alemana Steffi Graf (1°) en Brighton. También iba destacándose en los Grand Slams, el mundo del tenis estaba listo para ver su gran salto. Ese año culminó en la séptima colocación del escalafón mundial.
En el calendario 1990 explotó definitivamente Monica, se quedó con nueve certámenes y festejó por primera vez en un Grand Slam, tras derrotar a Graf (1°) en Roland Garros. Tras obtener el Masters a fin de año, ante la argentina Gabriela Sabatini (5°), la adolescente escaló hasta el tercer lugar del ranking WTA.
Seles tuvo un 1991 soñado, conquistó tres de los cuatro Majors y el Masters en diciembre, lo que la catapultó al liderazgo de la clasificación. Arrasó literalmente con todas sus competidoras y no pudo estar presente en Wimbledon, por una lesión, sino tenía grandes chances de conquistar el Grand Slam. Inolvidable para la tenista zurda y que golpeaba con dos manos tanto de derecha como de revés.
No se quedó atrás en 1992, de nuevo se quedó con tres de los cuatro Grand Slams, clausuró el año coronándose en el Masters en Nueva York y se consolidó en la cima del ranking.
El atentado que cambió su vida
Todo iba sobre rieles y a gran velocidad para Seles. El 1993 arrancó igual para la entonces yugoslava, se coronó en el Abierto de Australia y sus oponentes no podían con ella, era la amplia dominadora del tour femenino y todavía no había cumplido los 20 años.
Pero, el andar de Seles sufrió un parón fuerte y repentino ese año, por motivos extra tenísticos.
En el mes de abril, mientras disputaba los cuartos de final de la Copa Citizen, en Hamburgo, frente a la búlgara Magdalena Maleeva (7°), fue atacada durante un descanso por la espalda por un espectador de nombre Günther Parche, quien la apuñaló en la zona del omóplato provocándole una herida que estuvo muy cerca de ser mortal.
Por supuesto, no pudo concluir el encuentro que estaba a su favor y la alejó por mucho tiempo del circuito. No solo físicamente estaba afectada, sino también en lo psicológico. Fue escalofriante ver esa escena, que era repetida una y mil veces en todo el planeta.
Se alejó de las canchas para sanar y no volvió hasta dos años y cuatro meses después, en 1995. La entidad madre del tenis de mujeres le respetó el ranking que tenía antes del Seles se inscribió en dos eventos y tuvo muy buenos rendimientos. Logró el WTA 1000 de Montreal y cayó en la final del US Open frente a la germana Graf.
Posteriormente, prefirió enfocarse en lo que venía, el calendario del 1996. Esa temporada comenzó de manera fantástica para Seles, ya que sumó un Grand Slam más en su vitrina, en Melbourne. Parecía que tomaba las riendas del circuito, pero después los resultados no fueron los esperados. Ese Abierto de Australia de 1996 fue el último Major que abrazó, aunque siguió compitiendo en buen nivel.
Le costaba a Seles las grandes citas en los años siguientes, si bien se mantenía dentro del Top 10. El tren había perdido velocidad y la mente de Monica estaba afectada. Además, la aparición de nuevas tenistas de categoría, como la suiza Martina Hingis y las estadounidenses Venus y Serena Williams, la complicaban para volver a ser la que había sido. Su descenso era paulatino, aunque permanecía en el lote de las 10 mejores jugadoras a fines de la década del 90′ y comienzo del siglo 21.
Finalmente, tras caer en la ronda inaugural de la edición 2003 de Roland Garros frente a la rusa Nadia Petrova (76°), Seles anunció el retiro del tenis cuando ocupaba la 12° posición del ranking.