Después de largo descanso, la competencia de clubes más importante del planeta volvió al ruedo.
Ruedo, es precisamente la superficie circular y arenosa donde tienen lugar las corridas de toros. Se le da precisamente esa forma, para que el toro no encuentre un lugar donde esconderse y así dificultar la lidia.
Coincidencia total en esto último, con la etapa de eliminación directa de la Champions, cada faena será mano a mano y sin posibilidad de esconderse detrás de otros resultados entre terceros, como pasa en la fase de grupos.
Aquí lo que falta determinar es quiénes son los toros y quienes los toreros.
Aunque todo está alusión al arte taurino nos hace pensar en España, en esta justa continental y sólo a nuestro juicio, los equipos de la península Ibérica ya no eran favoritos antes de largarse la competición.
Y aquí no es cuestión de tener razón, ni decirles, se los dije, porque demasiado ya lo escuchan en casa, sino de seguir razonando juntos, comparando campañas y poderíos hasta achicar, lo más posible, el margen de error.
El Atlético de Madrid, que a nuestro gusto era, con la llegada de los goles de Suárez, el más favorito de los tres, sumó al principio las dianas del implacable pistolero al poderío futbolístico que ya tenía y parecía, adelantando a su equipo treinta metros en el campo, confirmar nuestra corazonada.
Pero pronto Simeone entendió el tamaño beneficio de sus goles y en vez de seguir complementando la irrepetible peligrosidad del uruguayo, se dedicó a vivir de la renta de Luisito y a arriesgar mucho menos. Volviendo rápidamente a sus fuentes, acabo ante el Chelsea, ubicándolo a cincuenta metros de arco rival, sacándolo de su zona de mayor gravitación.
Ustedes, grandes inversores, saben que existe una correlación casi inevitable y paralela, entre el riesgo de la inversión y el “posible’ tamaño de la ganancia.
El Cholo, torero con un gran talento, pero amarrete y de ganancias medias, podrá llevarse de esa forma la Liga, pero se le hará muy difícil en Champions.
Real Madrid y Barcelona caerán tarde o temprano sangrando en la arena, dejando después de mucho tiempo de ser matadores para pasar a ser toros. Serán víctimas de sus planteles cortos, el último con el mejor jugador del mundo muy solo y sin DT, el primero con un ajedrecista, que pasara a la historia de los genios pragmáticos de la pizarra táctica, pero con un solo delantero clase A, llamado Karim Benzema.
El último campeón Bayern Múnich repetirá en Bundes, pero ya vimos en el mundial de clubes lo que demoró en clavarle las banderillas a los Tigres, recordemos, sin irrespetar, que de aquí en adelante, casi todos serán rivales más duros que los felinos.
Visto el panorama y pensando en que los italianos no se arrimarán a la meta, nos quedan dos grandes candidatos.
El Manchester City de Guardiola ha amenazado sin acariciar la gloria muchas veces, pero en esta oportunidad, desde su nutrido y talentoso plantel hasta sus sueños han alcanzado la necesaria y bendita madures, sin olvidar el hambre de volver al Olimpo que lleva en su alma el “viejo” Pep.
El Paris Saint Germain, sin el último Messi como soñó, pero con el mejor M’Bappe, que quiere ascender rápidamente al trono del anterior, un mejor sistema defensivo desde la llegada de Pochettino que en el ciclo anterior, sumándole al Kilyan de los pies ligeros, el talento todavía intacto de Neymar, convencido que verá su ocaso futbolístico bajo las luces de Paris, intentara con un sprint final meterse en la historia más grande y nunca escrita antes de este Club.
Como forma de cerrar aquella teoría que lanzamos a la luz, antes de que rodara el balón en el 2020, mi tesis final arroja como conclusión que el City y el PSG son los más serios candidatos para festejar en Estambul.
Por ende, La Liga de Campeones de Europa, tendrá un inédito campeón.
Abrazo de gol, Leo Vega