De vez en cuando y cada vez más seguido, el fútbol mexicano se ve sacudido por el escándalo de alguna falta disciplinaria, cometida por uno o varios deportistas que aparecen como por arte de magia, primero, transformando en viral algún video del acto y más tarde en genio del periodismo investigativo, a algún comunicador que echa a rodar la noticia.
ESCUCHA los mejores shows de deportes en UNANIMO Deportes Radio. DALE CLICK
En el peor de los casos, salen algunos exjugadores, transformados hoy en casi sacerdotes y le sueltan el azote con todo al “antisocial” del momento.
Hoy el nombre el plato del día es Alan Mozo, joven lateral derecho con mucho futuro que defiende a los Pumas, la semana pasada el “Cabecita” Rodríguez, pero en lo que va del último semestre ya desfilaron veinte por lo menos.
Con lógica razón, hace que la situación de pandemia que vive, no solo México sino el mundo entero, agrave la naturaleza de estas faltas, porque no solo perjudican la imagen y el rendimiento de un equipo, algo totalmente reprobable y sancionable en sí mismo, sino que, además, demuestran con este acto de inconciencia, muy poca responsabilidad social y desinterés hasta por su más cercana familia.
Pero como todo en esta vida, lamentablemente, ni la pandemia ni la indisciplina de los futbolistas, son una “lacra” de este siglo solamente.
Son clásicas las anécdotas que se cuentan, principalmente en concentraciones de los equipos y selecciones entre los jugadores, o en las viejas charlas de las redacciones. Ya sea en la reunión post trabajo, en algún café, los viejos periodistas, en su mayoría con más horas de boliche y vestuario que de universidad, se “descostillaban” de la risa en el siglo pasado, con las “hazañas”, fuera de la cancha, de los futbolistas más famosos, con los cuales guardaban amistades tan viejas y eternas, como los códigos de no publicar nada de lo visto o escuchado.
No justificamos dichas fallas, ni aplaudimos la complicidad, simplemente le contamos, que la indisciplina fuera del terreno y la picardía dentro del mismo, siempre vivieron en la misma casa.
Antes, las aparentes escapadas por la ventana de Cua, Rey del fútbol azteca, a altas horas de la noche, eran leyendas ocultadas por la mayoría y celebradas por su futbolero pueblo, cuando con un grado mayor de dificultad, rebasaban las paredes de palacio y llegaban a la calle.
Hoy, se usa el gran profesionalismo de Cristiano, para aplastar los “malos” hábitos de Neymar, se endiosaba, hasta hace poco, al Rey Pele y su “supuesta” forma de abrazar la profesión, para destrozar la imagen de un Maradona, que al morir nos hizo llorar a todos, hasta sus más justificados críticos.
Antes, las apiladas inigualables de Garrincha, después de una noche sin dormir, sacrificando el amanecer en los brazos de las más famosas cantantes de Voza Nova, eran aplaudidas hasta sangrar las manos, llevando a Villa Belmiro al delirio y cuando el estruendo de la tribuna casi se dormía transformado en murmullo, se oía por lo bajo, “es un verdadero fenómeno este Mane, pensar que me dijeron los muchachos que llevaba tres noches sin dormir y hoy llegó a las seis de la mañana a la concentración, lo bañaron, lo acostaron dos horas y ahí está.
No por haber nacido en una cancha y casi con seguridad profética, algún día moriremos, si Dios quiere en ella, vamos a justificar lo que está mal hecho, porque vivimos tiempos donde todos debemos cuidarnos para cuidar al prójimo y, además, hoy el jugador es más que nunca, el espejo donde los niños se miran.
Antes, les puedo decir con total conocimiento de causa, que estas cosas ya sucedían y con mucha más asiduidad, la diferencia es que cuando llegaba el lunes, el analista escribía o hablaba a su audiencia, de lo que había pasado pura y exclusivamente el domingo en la cancha.
Hoy, el escándalo y la primicia venden mucho más y son más fácil de ejecutar, que una profunda disección de los que pasa en el terreno, hemos reeducado mal a la gente.
Antes, mi papá, por ejemplo, a la salida del partido, llevaba la vieja radio spika pegada al oído y me pedía, ‘nene déjame escuchar’ al Dr. Amadeo Otatti o a Enzo Ardigo que están analizando porque hoy Peñarol venció a Nacional, o como Uruguay le volvió a ganar, inexplicablemente, una final a Brasil o la Argentina.
Hoy, mi mamá, a quien gracias a Dios todavía tengo, me dice, ‘nene subí la voz de la tele que parece que encontraron a un delantero famoso saliendo con la novia de un amigo’.
Piénsenlo, no justificamos al jugador que saca los pies del plato, hasta lo condenamos en la interna, pero reconocemos que siempre los hubo.
Por algo fueron célebres “dioses” del pueblo, los Houseman, los Diogo, los George Best, éste último, para aquellos que opinan que en Europa siempre fueron distintos.
¿Entonces que cambió?, la forma de contarlo.
La indisciplina y algunos ídolos del fútbol vivieron siempre en la misma casa, la gran diferencia es que esta vieja casa, antes no tenía ventanas.
Abrazo de gol, Leo Vega