Comienza esta semana el camino clasificatorio a la Copa del Mundo Qatar 2022 en el área de CONMEBOL, para muchos y me incluyo, la zona con la competencia más difícil del planeta a nivel de selecciones.
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A las ya sabidas dificultades deportivas que esta encierra, hay que agregarle hoy el momento crucial en el que vivimos con una pandemia mundial donde Sudamérica es el territorio más afectado por porcentaje de contagiados en relación con su densidad de población.
En la búsqueda, de no solo “tirar” la bomba del problema y salir corriendo, arrimamos alguna idea que pudo solucionar humanamente el problema, sin perjudicar deportivamente el desarrollo de las eliminatorias.
Tome en cuenta, por favor, que dijimos deportivamente, pero no se hace porque ese no es el máximo interés de los dirigentes del fútbol del continente y mucho menos de los señores que gobiernan a la FIFA, a los cuales los arriba nombrados responden fielmente a sus intereses económicos.
Tomando como prioridad la salud de los deportistas y de todos los que de una manera u otra forman parte de esta gran industria sin chimeneas que es el más grande de los deportes del mundo, se pudo sin ninguna duda, correr unos meses más la fecha de arranque de la lucha, por lo menos hasta la aparición y distribución masiva de una vacuna.
Las consecuencias que una medida así pudo acarrear son todas económicas, porque el calendario se pudo haber ajustado, incluso cambiando el formato de las eliminatorias, por ejemplo, dividirse en grupos a la vieja usanza y jugarse dos minis campeonatos en una burbuja sanitaria, donde cada uno de estos conste de tres partidos fácilmente disputables en dos semanas, con esta solución se le quitarían a los equipos europeos sus jugadores solamente por un mes, complementándolo por única vez con las eliminaciones de fechas FIFA.
Es solo una solución, seguramente usted tiene al menos una más, como correr el inicio de las “hostilidades” o jugar, como lo hizo la Champions de Europa, a un solo partido por rival, en campo neutral y sin partidos de vuelta.
En ese caso las únicas perdidas serán económicas para las federaciones correspondientes, que dejarían de colectar una cantidad importantísima de ingresos por ese concepto y por consecuencia no tendrían ese botín tan deseado a repartir con sus clubes.
Me pregunto y les pregunto, ¿Qué han hecho los clubes sudamericanos con ese dinero recibido anteriormente?, unos pocos invirtieron un pequeño porcentaje en instalaciones e implementos de trabajo para divisiones inferiores, el resto lo dilapidó saliendo a buscar jugadores sobrevalorados, en otro porcentaje y seguramente muy alto, fue a parar al bolsillo de inescrupulosos dirigentes, excelentes alumnos de la FIFA y CONMEBOL anteriores, que actuaban con la complicidad de aquellos y lo siguen haciendo con el guiño de los de hoy.
Esa es, como decimos en el Rio de la Plata, mi verdad de la milanesa, pero hay una realidad universal y es que los jugadores que llegan de Europa, por más que se les someta a pruebas y se les intente mantener aislados, toman altos riesgos a través de largos traslados, de la convivencia y de los roces de la competencia, agréguele a esto que la mayoría de ellos al regresar a sus lugares de orines deberán guardar varios días de cuarentena.
Aquí una vez más se salvó la parte económica, y en el caso particular del mundo de selecciones nacionales, el último beneficiado en este sentido es el jugador.
No le quiero aguar la “fiesta”, sé que usted ya está enfundado en la camiseta de su equipo nacional, soñando, desde la comodidad de su hogar, disfrutar de los goles de Messi, Suárez, Neymar, Alexis, James y tantos otros, pero el riesgo es demasiado grande para esos 180 minutos de felicidad, angustia, explosión de alegría o de tristeza, que disfrutaremos o sufriremos, de acuerdo a los caprichos de la pelota.
Lo puedo entender, porque como explicó mejor que nadie el gran Gabriel García Márquez, el amor perdura y supera todas las adversidades de la vida, mucho más las hermosas sensaciones que nos deja la aventura de correr detrás de él”, pero alguien debía explicarle que no tiene sentido el bendito futbol en “tiempos de cólera”.
Abrazo de gol y “Salud, mucha salud”