Gianni Infantino dio esta semana una de las declaraciones más aberrantes en la historia del fútbol mundial.
El italiano en un foro muy importante como lo es la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa argumentó en un discurso que pretendía ganar adeptos para su idea de hacer un Mundial cada dos años lo siguiente: “Tenemos que dar esperanza a los africanos para que no tengan que cruzar el Mediterráneo para poder tener una vida digna. Tenemos que darles oportunidades”.
Como no podía ser de otra forma después salió a decir que lo habían malinterpretado y que habían sacado de contexto sus palabras. En esta columna se ha tocado ya en alguna ocasión las ventajas y desventajas de un Mundial bienal, pero jamás se me pasó por la cabeza, ni a nadie que tenga dos dedos de frente, que organizar un mundial en África va a acabar con la pobreza y con la migración hacia Europa.
Basta con ver lo que dejó el Mundial de Sudáfrica y cómo han batallado con los estadios que construyeron para el máximo evento del fútbol en el 2010. Hoy la gran mayoría son elefantes blancos.
Infantino tuvo también la arrogancia de decir esto en una semana en la que en un torneo avalado por la FIFA como lo es la Copa de África pasó de todo. Y para mal. Como ejemplo incuestionable está el encuentro de octavos de final entre las Islas Comoras y Camerún. Antes de que comenzara el encuentro afuera del estadio hubo una estampida humana en la cual fallecieron ocho personas y muchas más resultaron lesionadas.
El equipo del archipiélago africano se vio en otro gran problema, la ausencia de porteros. Debido a que su titular se encontraba lesionado y los dos suplementes habían dado positivo a COVID, tuvieron que reemplazar a su lateral izquierdo y, como en juego de barrio en vez de uno de nivel internacional, colocarle un nuevo número con cinta adhesiva para poder defender el arco.
A pesar de todo lo anterior, el encuentro se jugó dando como resultado (y sin sorpresa) que las Islas Comoras cayeran ante Camerún. En otro encuentro, el árbitro del partido lo finalizó dos veces antes. Así el cuestionable nivel de la Copa Africana.
Es por dinero que Infantino quiere que haya un Mundial cada dos años, eso lo sabemos todos, si lo dicen de esa forma dejarían los actos de hipocresía como lo acontecido esta semana en la que se buscó utilizar un problema real y muy fuerte como lo es la migración en busca de mejores condiciones de vida hacia los países europeos para que la UEFA, hasta ahora en contra de la iniciativa de un Mundial bienal, cambiara su postura y apoye a Infantino para que aprueben esta idea.
La jugada le salió muy mal al presidente de la FIFA y esta falta de tacto le puede traer consigo que su sueño de tener el máximo torneo mundial de futbol cada dos años se le venga abajo.