En este 2021 se cumplen 10 años de la última vez que Pep Guardiola alzó el trofeo más deseado a nivel de clubes, la Champions League. Fue contra el Manchester United de sir Alex Ferguson a quien también había derrotado en la final del 2009.
Juzgar el éxito de un entrenador usando el parámetro de la Champions League es injusto y parece ser que con el único entrenador que vale este argumento es con Guardiola. Siguiendo esa misma lógica en estos últimos 10 años solo ha habido siete entrenadores exitosos, entre estos siete se encuentra Roberto Di Matteo, quien ganó la Champions con el Chelsea en el 2012. Actualmente se encuentra sin equipo y el último club que dirigió fue el Aston Villa en el 2016.
De todo Europa solo un club se puede llevar este título. Eso lo convierte en una obsesión para sus aficionados y para los dirigentes. Por ejemplo, el PSG que ha tenido seis entrenadores en estos 10 años. Entre ellos, el otro director técnico finalista, Thomas Tuchel.
La diferencia de estilos es muy marcada entre Guardiola y Tuchel. Mientras que el catalán disfruta que su equipo tenga el balón el alemán disfruta que su portería quede en ceros. Tuchel en estos últimos cuatro meses al mando del Chelsea ha demostrado que el PSG se equivocó en su destitución y llegó a su segunda final de la Champions consecutiva. Recientemente esto también lo había logrado su compatriota Jurgen Klopp. Algo que comparten estos dos técnicos es que ambos dirigieron al Mainz en los comienzos de sus carreras.
Guardiola en estos últimos años no ha parado de conseguir títulos y su sello es evidente en sus equipos, pero hay algo en él que polariza las opiniones. Se le suele medir diferente que al resto. Lo odias o lo amas. Es fácil identificar a los primeros. La gran mayoría son aficionados al Real Madrid que todavía no superan aquel Barcelona que maravilló al mundo y que se convirtió en el último gran equipo de referencia mundial. Otra parte de este grupo antiguardiolista está constituido por nostálgicos que no le perdonan haber creado aquel equipo y no haberlo podido replicar.
Tuchel no es tan mediático y no genera ese amor/odio como Guardiola. Es parte de esta gran generación de entrenadores alemanes y de la que hasta hace poco su cara más visible en el mundo era Jurgen Klopp, pero en la que también se encuentran Hansi Flick, Julian Nagelsmann y Marco Rose. Se tiene que mirar más a la Bundesliga para entender el porqué están saliendo entrenadores de esta calidad.
Va a ser la tercera final de Champions entre equipos ingleses. La primera fue en el 2008 donde el Manchester United derrotó al Chelsea en penales con una gran actuación de Edwin van der Sar, la segunda fue en el 2019 entre el Liverpool y el Tottenham. En ninguna de las anteriores se puso en duda a un entrenador finalista como se está haciendo en esta con Guardiola.
Cuando terminó la semifinal ante el PSG en el Emirates sonó, como no podía ser de otra manera, Oasis. Mientras escuchábamos Supersonic veíamos a Pep abrazando a sus jugadores y festejando llegar a una final de Champions después de 10 años sin hacerlo. Esa primera estrofa debe de estar en el vestuario en Estambul para que todos sus jugadores la lean antes de salir a disputar el partido más importante en la historia del Manchester City.
“I need to be myself
I can’t be no one else
I’m feeling supersonic
Give me gin and tonic
You can have it all but
How much do you want it…”