“El Super Bowl se organiza todos los años, ¿por qué no tener una Copa del Mundo cada dos años?”. Esta reflexión la hizo en público el máximo dirigente de la FIFA, Gianni Infantino. Hay algo que no nos gusta a los aficionados al fútbol y eso es que se compare nuestro deporte con algún otro. Sobre todo, si se compara con aquel que se robó el nombre de football y lo convirtió en una de las palabras más horribles para definirlo, soccer.
La FIFA venía trabajando bien la manera en comunicar los planes para que el mundial se disputara cada dos años. Aquí en La Pluma del Puma hicimos referencia a que era un gran acierto en designar a alguien tan respetado como Arsene Wenger para que fuera la cara visible del proyecto. Pues bien, todo se vino abajo con esas declaraciones de Infantino hechas en Israel a minutos de hacer un viaje por Sudamérica para seguir haciendo campaña para seguir sumando adeptos.
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Sabemos que la motivación de realizar el mundial de manera bienal es sacar el mayor rédito posible a los patrocinadores, a la venta de boletos y a los derechos de televisión. Dicho de otra forma: el dinero. Es por eso que al dar esta declaración Infantino mostró las cartas que tenía escondidas bajo la manga. Tampoco es que estuvieran tan bien escondidas. Todos sabíamos que estaban ahí.
Estábamos a punto de creer el discurso de Wenger. El mundial cada dos años le iba a traer más descanso a los jugadores. Veinticinco días de vacaciones después del mundial. También iba a terminar con tantos partidos sin sentido y con los múltiples parones internacionales. Si Wenger nos hubiera dicho que también iba a bajar la delincuencia en México y el coronavirus dejaría de existir cuando se aprobara el proyecto también le hubiéramos creído.
Al departamento de comunicación de la FIFA seguramente le sentaron mal estas declaraciones. Han intentado llevar la discusión hacia lo deportivo y desviarla del dinero. Al comparar el Super Bowl con el Mundial, Infantino hizo que volviéramos a ese debate. En Estados Unidos se hace pública la cantidad que se paga por tener unos segundos en la pausa del Super Bowl. Las marcas esperan ese momento para lanzar sus campañas y mostrar sus mejores anuncios. Ese es el verdadero sueño de la FIFA. Que cada vez los patrocinadores paguen más y más seguido. No el descanso de los jugadores.
Todos hemos tenido algún jefe que sabemos que meterá la pata y tratamos de que esto no suceda. Eventualmente lo hará porque es el jefe y considera que él o ella es quien tiene la razón. Hubiera pagado por ver la cara de los de comunicación de FIFA al escuchar que a Infantino decir estas palabras. Aunque, era inevitable. Al presidente de la FIFA le gusta demasiado estar en el centro de atención.
Thibaut Courtois empezó con la revolución después del partido por el tercer lugar de la Liga de las Naciones en el que Bélgica enfrentó a Italia. “Solo lo jugamos porque significa dinero extra para la UEFA. Los jugadores no les importan. Ellos [UEFA y FIFA] solo se preocupan por sus bolsillos, por el dinero”, disparó con munición pesada el belga.
Queda por ver si Courtois se convierte en el abanderado de un movimiento que impida la saturación de partidos. Se necesitan jugadores de alto perfil como él para que la voz de los protagonistas del juego sea escuchada, pero por lo menos ya dio el primer paso que era hacer público el sentimiento de varios de los futbolistas.
Quedan por venir varios capítulos en esta serie que se está poniendo buena y que falta bastante tiempo para ver el desenlace. De algo estoy seguro. El presidente de la FIFA nos va a seguir dando de qué hablar. Sean bienvenidos al Infantino Bowl, aunque el desenlace sigue siendo un fumble.